¿Aporta algún beneficio incrementar el consumo de proteínas en la dieta?
Si nuestra alimentación es equilibrada, no es necesario consumir más proteínas de las recomendadas diariamente. Solo en determinadas situaciones de crecimiento, embarazo, en personas mayores, en personas que hacen deporte de manera habitual.
Si paseamos por el interior de un supermercado, y observamos los productos que se apilan en algunos de sus lineales, comprobamos que las proteínas están de moda. En las estanterías de frío, apreciamos batidos, yogures o gelatinas que visibilizan en sus etiquetas nutricionales su alto contenido en ellas. También otros alimentos como leches o algunos tipos de pan incrementan sus porcentajes de proteína. Productos que se publicitan cada vez con más frecuencia y que invitan al consumidor a su adquisición para “mejorar” su salud. Sin embargo, ¿realmente necesitamos suplementar nuestra dieta con más proteínas?
Las proteínas forman parte de nuestra estructura celular, se encuentran en todos los tejidos: los músculos, los tendones, la piel o las uñas; y también en el ADN. “Pero, sobre todo, las proteínas son los anticuerpos, las defensas naturales, que uno adquiere frente a la existencia de infecciones. Sin proteínas no se puede vivir”, explica Miguel Ángel Rubio, especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínico San Carlos.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cantidad de proteínas que el organismo de una persona sana necesita para cubrir sus necesidades diarias está entre el 0,8 y 1 gramo de proteína por cada kilogramo de peso corporal. “A diferencia de las grasas y los carbohidratos de carbono, que se almacenan en nuestro cuerpo, las proteínas, no. Una vez que se ingieren, el cuerpo las destina allí donde se necesitan: formar células, mantener la estructura muscular, etcétera”, apunta este especialista en Endocrinología y Nutrición. Las proteínas sobrantes se eliminan a través del hígado, que las descompone en aminoácidos, posteriormente en amoníaco y, finalmente, en urea, un compuesto químico que resulta tóxico para nuestro organismo y que desechamos a través de la orina.
El consumo de proteínas es fundamental en la construcción del organismo. Especialmente, durante la infancia, la adolescencia y en el embarazo su ingesta debe estar garantizada, posiblemente, con una cantidad mayor a la establecida. En el caso de las personas mayores, hay que prestar especial atención para que la ingesta proteica sea la adecuada. “A partir de los 70 u 80 años, según las características de cada uno, se tiende a disminuir su consumo porque son más difíciles de masticar (sobre todo, si hay problemas de dentición se suele tender a consumir hidratos de carbono y abandonar las proteínas). También, en situaciones de fragilidad y enfermedad”, sostiene este especialista.