Alimentos funcionales y diabetes
¿Qué son los alimentos funcionales?
Cualquier alimento o ingrediente alimentario que sin ser un medicando, produce un efecto beneficioso en la salud, en el funcionamiento del organismo o en el bienestar del individuo, mayor que el proporcionado por los nutrientes separados que contiene.
Son muchas las enfermedades y condiciones de salud que pueden beneficiarse o mejorarse mediante el uso de estos alimentos funcionales, entre ellas, la diabetes, la obesidad, el síndrome metabólico, las enfermedades coronarias, la dislipemia, la hipertensión, la menopausia, muchas afecciones gastro-intestinales y un largo etc.
Los componentes activos de los alimentos funcionales son muy variados y pueden ir desde las vitaminas, los minerales, los ácidos grasos, la fibra o los flavonoides, hasta ciertas proteínas y aminoácidos, por citar solo algunos de ellos. Cada día son más los alimentos convencionales como la leche, los zumos, los cereales, etc., que se presentan como alimentos funcionales, lo que se conoce como “suplementos”, “nutracéuticos” o “alicamentos”.
Algunos de estos alimentos son funcionales ya en su estado natural, es decir, contienen sustancias beneficiosas de forma natural, como por ejemplo las frutas y las verduras, otros en cambio necesitan ser modificados, bien eliminando (por ejemplo los azúcares), añadiendo o incrementando un determinado componente o sustituyendo un componente por otro (por ejemplo sacarosa por edulcorantes no calóricos), o alterando su disponibilidad metabólica (alimentos ricos en fitoesteroles), para que se transformen en alimentos realmente funcionales.
¿Qué hace funcional a un alimento?
Su capacidad de actuar sobre un órgano (sobre el hígado o el páncreas por ejemplo), sobre un sistema (el metabolismo o el sistema circulatorio, digestivo, inmunitario), o sobre una determinada función fisiológica (las defensas, la memoria, etc.), produciendo efectos beneficiosos sobre dicho órgano, sistema o función.
En el caso de los nutrientes con efectos metabólicos beneficiosos, estos pueden diseñarse para tratar de reducir el riesgo de enfermedades como la obesidad, la diabetes y sus complicaciones cardiovasculares. En el caso que nos ocupa, se consideran alimentos funcionales por ejemplo, aquellos de bajo contenido energético, bajos en azúcares o en grasas, como las margarinas bajas en calorías o las mermeladas sin azúcares añadidos, o las galletas y bebidas enriquecidas con fibra.
¿Cuáles son los principales alimentos funcionales útiles para los diabéticos?
Fundamentalmente aquellos que ayudan a regular el metabolismo hidrocarbonato y los que tienen acción preventiva cardiovascular. Entre los primeros ya hemos mencionado por ejemplo la fibra, que en forma de frutas frescas, verduras, hortalizas, cereales integrales o legumbres, es muy útil y beneficiosa tanto en prevención como complemento alimentario en la diabetes tipo 2. Otros alimentos funcionales como los aceites vegetales con alto contenido en ácido oleico (oliva extra virgen y girasol alto-oleico) o los aceites de semillas, margarinas vegetales, frutos secos (en especial nueces y almendras), los pescados y aceite de hígado de bacalao, que son muy ricos en ácidos grasos poliinsaturados y fitoesteroles, y por tanto beneficiosos como preventivos cardiovasculares, pueden también ser útiles en la prevención de la micro y macro-angiopatía del diabético.
Junto con los alimentos libres de azúcares, los alimentos funcionales ricos en fibra, bien naturales o modificados y enriquecidos con fibra, son sin lugar a dudas el grupo más conocido y beneficiosos para los diabéticos. El papel de la fibra y su efecto beneficioso para la diabetes se conoce desde hace más de 40 años, cuando se demostró la relación entre el alto contenido en fibra de los alimentos y la mejoría del control de la glucemia. El principal mecanismo por el que la fibra mejora el control glucémico es porque enlentece el vaciado gástrico y permite que la acción de los jugos pancreáticos se mantenga más tiempo, con lo que la absorción de los carbohidratos se endentece también. Durante años, se ha intentado modificar la alimentación de las personas con diabetes, aportando aquellos nutrientes con un menor “índice glucémico” (por ejemplo, legumbres, pasta integral, etc.), con independencia de su contenido de fibra. Con el tiempo se ha demostrado que éste concepto era erróneo, que lo que más afecta a dicho “índice glucémico de los alimentos” es su contenido en fibra. Así, en la actualidad a Asociación Americana de Diabetes por ejemplo, recomienda a todos los pacientes diabéticos (tanto tipo 1 como tipo 2) un consumo de fibra natural entre 20-35 g/día, pero no recomienda en cambio suplementar artificialmente su dieta con fibra.
Como conclusión cabría señalar que cada día son más los alimentos que aparecen en el mercado con la etiqueta de “funcionales”. Aunque estos sean susceptibles de mejorar la salud y algunas condiciones patológicas, deben ser valorados con prudencia, sabiendo que no son la panacea pero que pueden resultar beneficiosos y aportar un complemento saludable a una dieta adecuada y a un estilo de vida activo.