El papel de los productos `light´ en la dieta de las personas con diabetes
Especialista en Endocrinología del Hospital Clínico de Madrid. Asesor de la Fundación para la Diabetes.
Los productos light se pusieron de moda en España a finales de la década de los 70 y su empleo se ha ido generalizando, hasta el punto de que hoy en día muchas personas los incluyen en su dieta, tanto para intentar controlar el peso, como en algunas enfermedades en las que conviene controlar las calorías o el contenido de azúcar, como ocurre en el caso de la diabetes. La incidencia de esta enfermedad está aumentando a pasos agigantados (en paralelo a la obesidad). A día de hoy se calcula que en España no menos del 10% de la población presenta diabetes (aunque muchos lo desconocen).
Conviene saber de qué hablamos cuando nos referimos a un producto “light”: la legislación española especifica que para merecer tal denominación un alimento debe sufrir una transformación que implique que contiene una reducción de al menos el 30% de calorías respecto al original. En el caso de los refrescos, esto es fácil de conseguir, ya que en ellos se puede sustituir el azúcar casi por completo, resultando una bebida prácticamente desprovista de calorías.
Dado que el 85% de las personas con diabetes tienen sobrepeso y que en la diabetes conviene restringir la ingesta de azúcares simples, es evidente que los pacientes afectados de esta enfermedad son candidatos claros para consumir estos productos. Sin embargo, de vez en cuando, en los medios de comunicación general aparecen noticias advirtiendo del peligro de su utilización.
La Medicina de hoy en día se basa en la evidencia y la Comunidad Científica internacional tiene claro lo que debe tomarse y lo que no. Edulcorantes como el aspartamato (el más utilizado en los refrescos light) o la sacarina son totalmente seguros, a pesar de alguna publicación en contra. De hecho, la entidad que regula el empleo de medicamentos y alimentos de Estados Unidos, la FDA, bien conocida por su rigor y fiabilidad, los incluye entre los edulcorantes que pueden consumirse sin miedo. La Asociación Americana de Diabetes publica todos los meses de enero en su revista Diabetes Care las recomendaciones actualizadas sobre todos los aspectos de la enfermedad, recomendaciones que son seguidas por los mejores especialistas de todo el mundo. En concreto, se han aprobado cinco edulcorantes no calóricos: aspartamato, sacarina, acesulfamo potásico, neotame y sucralosa. La fructosa no se recomienda como edulcorante en la diabetes, ya que aunque produce un menor incremento en el nivel de glucosa en sangre que la sucrosa, puede afectar de manera negativa al nivel de lípidos de la sangre. Esto no quiere decir que no se puedan consumir frutas o verduras, ricas en fructosa y buenos alimentos para personas con diabetes, sino que el empleo de fructosa como edulcorante sea una buena elección. También se pueden utilizar otros edulcorantes que sí aportan calorías pero en cantidad reducida, incluyendo alcoholes azucarados como eritritol, isomaltosa, lactitol, maltitol, manitol, sorbitol, xilitol, tagatosa e hidrolizados de almidón.