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Saber comer   Fundación para la Diabetes

La obesidad y el sobrepeso durante el confinamiento

Asier Martínez Por: Asier Martínez
Asesor en Educación Alimentaria y Dietética Dietista-Nutricionista, Máster en Nutrición Clínica, Doctor en Investigación Clínica y Profesor de la Universidad de Alicante
Temas: Deporte
Fecha:

Antes de la llegada del Covid-19 a nuestras vidas, la obesidad y el sobrepeso ya eran una pandemia que afectaba a millones de personas en todo el mundo. Así mismo, está muy asociado a personas que padecen diabetes tipo 2.  Vivimos en una sociedad hedonista en la que el placer y la satisfacción se confunden o asocian como norma general a excesos, hábitos sedentarios y hábitos tóxicos. Por el contrario, hacer ejercicio o comer sano se asocia a sufrimiento, hambre y prohibiciones.

Para determinar si una persona tiene sobrepeso u obesidad se utiliza el índice de masa corporal (IMC), el cual calcula la relación que hay entre el peso y la altura de la persona. En el caso de los adultos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define el sobrepeso y la obesidad como se indica a continuación:

  • sobrepeso: IMC igual o superior a 25.
  • obesidad: IMC igual o superior a 30.

Como dato importante, ya en 2016, más de 1900 millones de adultos de 18 o más años tenían sobrepeso, de los cuales, más de 650 millones eran obesos. A estas alturas la cifra habrá crecido.1

Nos hemos acostumbrado a ver y a vivir en una sociedad con sobrepeso y obesidad, con personas embutidas en tallas grandes, con colesterol e hipertensión a edades tempranas. Cuando aumentamos de peso lo primero en lo que pensamos es en cambiar de talla de ropa, curiosamente nunca se nos ocurre recortar calorías con una alimentación saludable o comenzar a ser más activos.  Normalizamos de esta forma, una situación, que para nada es favorable, ni debería ser normal. Desgraciadamente aumentar de peso no solo cambia nuestra imagen, sino que aumenta el riesgo de padecer enfermedades de diferente tipo. Presentar un peso elevado es un importante factor de riesgo de enfermedades no transmisibles, como las siguientes:

  • Las enfermedades cardiovasculares (principalmente las cardiopatías y los accidentes cerebrovasculares), que fueron la principal causa de muertes en 2012.
  • La diabetes
  • Los trastornos del aparato locomotor (en especial la osteoartritis, una enfermedad degenerativa de las articulaciones muy discapacitante).
  • Algunos cánceres (endometrio, mama, ovarios, próstata, hígado, vesícula biliar, riñones y colon).1

Vivimos en una sociedad con un ritmo de vida rápido, en la que el trabajo es el epicentro de nuestras vidas. Nunca tenemos tiempo de nada, o quizás tampoco queremos tenerlo para las cosas que no nos apetecen o no nos resultan atractivas.  Generalmente los buenos hábitos o propósitos acaban siendo para mañana o para el año nuevo.

Es una realidad que somos lo que comemos y lo que hemos comido. Pero ha llegado un momento en el cual tenemos tantas opciones y tan pocas buenas, que elegir adecuadamente se ha convertido en una lotería y ha surgido la necesidad de contar con el criterio de Dietistas-Nutricionistas que nos guíen ante tanta complejidad y mensajes contradictorios. Cuantas más opciones, más se complica la cosa, sin saber y sin querer saber acabamos tomando alimentos con azucares añadidos, harinas refinadas, potenciadores del sabor y exceso de grasas añadidas.

La época de confinamiento es una situación excepcional que requiere de una adaptación a nuevas circunstancias.

 

Desde el punto de vista de la actividad física y la alimentación, pasar más horas en casa puede ser un arma de doble filo, trayendo consigo un aumento del sedentarismo, las horas que dedicamos a estar en el sofá, sentados o en la cama; y un aumento de la cantidad de calorías que consumimos a través de nuestra alimentación. En otras palabras, por normal general comemos más y nos movemos menos. Es entendible que estar encerrado en casa, en el mismo entorno y durante muchas horas nos pueda generar ansiedad y en algunos casos depresión. Esta situación de estrés puede reflejarse en un aumento de la ingesta de calorías, vamos más veces a la nevera y cabe la posibilidad de que elijamos alimentos que nos proporcionan más placer (los grasos y los dulces), siendo estos los que tienden a ser más calóricos. Para más énfasis, la motivación para realizar actividad física o deporte en casa se reduce y la tendencia es a realizar sesiones de entrenamiento más irregulares, más cortas y de menos intensidad.

Obesidad y diabetes

A modo de reflexión deberíamos de plantearnos dos preguntas iniciales ¿la obesidad o el sobrepeso producen diabetes tipo 2? o ¿es la diabetes tipo 2 la que produce obesidad y sobrepeso? La diabetes puede en baja medida favorecer el aumento de peso debido al uso de insulina, pero es la primera de las dos preguntas la que tiene más peso. La diabetes tipo 2 tiene un alto componente genético, si alguno de nuestros padres o abuelos ha sufrido diabetes tipo 2, tenemos altas posibilidades de poder desarrollar esta enfermedad. No obstante, un estilo de vida sedentario y una mala alimentación pueden acelerar y precipitar la aparición de la enfermedad. Por lo tanto, subir de peso y llegar a padecer sobrepeso u obesidad aumenta considerablemente el riesgo de padecer diabetes tipo 2. Se puede determinar que un altísimo porcentaje de diabéticos tipo 2 presentan sobrepeso u obesidad, algo que pudo desencadenar la aparición de la enfermedad incluso de forma temprana.

La obesidad induce fuertemente la aparición de diabetes mellitus tipo 2. Así, se ha atribuido a la epidemia de obesidad que invade Europa, el incremento del número de personas afectadas de diabetes tipo 2. Según algunas fuentes, se podría prevenir el 64 %, en hombres, y el 74 %, en mujeres, de los casos de diabetes existentes en el mundo si la población no llegara a ser obesa. Suele desarrollarse en el adulto, pero también pueden presentarla niños con exceso de peso. Una historia familiar de la enfermedad y el exceso de peso son los factores de riesgo fundamentales para desarrollarla. El descenso de los niveles de actividad física, el incremento de la ingesta calórica y el consecuente aumento de la prevalencia de obesidad son la clave para el aumento de diabetes en todos los grupos étnicos.2

Obesidad y Covid-19

Un estudio que ha sido publicado en The Lancet determina que la obesidad agrava el pronóstico de coronavirus en personas jóvenes que contraen el Covid-19. Si la persona presenta sobrepeso la enfermedad le puede afectar tan negativamente como a una persona de alta edad de unos 60 o 70 años.

La investigación se realizó en 265 pacientes a finales de marzo en varios hospitales de Estados Unidos y los hallazgos refuerzan otras investigaciones recientes que indican que la obesidad es uno de los mayores factores de riesgo de la enfermedad grave por Covid-19.

Establece que varios mecanismos podrían explicar por qué la obesidad predispone a los pacientes con Covid-19 a enfermedades graves. Por un lado, la obesidad ejerce una presión adicional en el diafragma mientras se está acostado en la espalda, restringiendo la respiración.

Se intuye que el exceso de grasa se asocia con un estado pro-inflamatorio, que podría aumentarse ante la infección por el virus. Además, el receptor de la enzima convertidora de angiotensina-2 (ACE-2) al que se adhiere el virus del SARS-CoV-2 que causa el Covid-19 se expresa en cantidades más altas en el tejido graso que en los pulmones.3

Prevención de la obesidad y la diabetes tipo 2

Ya hemos hablado anteriormente de las causas que favorecen la aparición de sobrepeso y nos predisponen a desarrollar diabetes tipo 2. Por lo tanto, para reducir las posibilidades de padecer ambas afecciones no hay milagros ni varitas mágicas, simplemente debemos mejorar nuestra alimentación incorporando frutas sin procesar, verduras, hortalizas frescas o congeladas, alimentos integrales (con harina 100% integral), frutos secos, aceite de oliva virgen extra (estos dos últimos en cantidades controladas), lácteos desnatados o semidesnatados y alimentos sin azúcar añadido. Para hidratarnos generalmente debemos elegir el agua, no aporta calorías y nos ofrece las sales minerales que nuestro cuerpo necesita. El resto de bebidas pueden tener añadidos extra que no necesitamos, ni son saludables y deberían tomarse muy puntualmente.   

En cuanto a nuestra actividad física, se ha reducido drásticamente en las últimas décadas, tanto en adultos, como en jóvenes y niños. Debemos revertir esta situación para mejorar nuestra salud para el presente y el futuro. Cuando hablamos de aumentar la actividad física no solamente se hace referencia a asistir al gimnasio o realizar deportes (tenis, futbol, baloncesto, etc.), se hace referencia a andar o coger la bicicleta para ir al trabajo, subir o bajar escaleras o incluso bailar.

Recordar que solo tenemos un cuerpo y nosotros somos los únicos responsables de cuidarlo y que siempre será mejor prevenir que curar.

Conclusiones

  • La falta de actividad física y la mala alimentación promueven el sobrepeso y la obesidad.
  • La obesidad y el sobrepeso aumentan las posibilidades de desarrollar diabetes tipo 2 y a edades más tempranas (incluso en adolescentes o niños).
  • La obesidad y el sobrepeso empeoran el pronóstico de la enfermedad Covid-19, sufriendo el mismo riesgo, una vez contraída, que las personas mayores de 60 o 70 años.

3. Kass, D. A., Duggal, P., & Cingolani, O. (2020). Obesity could shift severe COVID-19 disease to younger ages. The Lancet, 395(10236), 1544–1545. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(20)31024-2

 

Bibliografía
1. Organización mundial de la salud (OMS). Obesidad y sobrepeso. 2020. (Consultado 24 May 2020). Disponible en:
https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/obesity-and-overweight
2. Junta de Extremadura. Consejería de sanidad y consumo. Prevención de la Obesidad y de la Diabetes Mellitus tipo 2. Documento de apoyo a las actividades de Educación para la Salud. (Consultado 24 May 2020). Disponible en: https://saludextremadura.ses.es/filescms/web/uploaded_files/CustomContentResources/Prevenci%C3%B3n%20de%20la%20Obesidad%20y%20la%20DMT2.pdf