Diabetes y trastornos alimentarios. Testimonio de María
Elsa Espinosa, Psicóloga de la Asociación para la Diabetes de Tenerife, escribió para nosotros hace unos días un interesante artículo sobre la diabetes y los trastornos alimentarios. A raíz de ese artículo hemos recibido la carta de María contándonos su experiencia como persona con diabetes que además padece este tipo de trastornos.
Desde aquí María agradecemos que nos hayas escrito y la claridad y sinceridad con la que nos has relatado tu vivencia personal. Si lo deseas, puedes contactar con nosotros en info@fundacionparalasalud.org por si podemos orientarte en caso de que desconozcas algún recurso importante que pueda ayudarte, o por si conocemos algún centro especializado en tu provincia donde puedan atenderte. Un fuerte abrazo María.
Si tú también padeces un trastorno alimentario y quieres compartir con todos nosotros tu situación puedes escribirla en el espacio que mostramos a continuación. Llegará tu texto a la Fundación para la Diabetes de manera totalmente anónima y por tanto la publicaremos también de forma anonima.
Carta de María, una mujer con diabetes y trastornos alimentarios.
Hola. Soy María y hace 18 años que soy diabética, casi la mitad de mi vida, desde los 19. El mayor problema es que ya era bulímica y anoréxica y comedora compulsiva,... he pasado por todas las fases.
Cuando debuté, pensé que eso iba a ser la solución para mis transtornos de la conducta alimentaria, porque ahora se trataba de la salud, no de estar más flaca. Pero, la ansiedad porque estaba estudiando la carrera, todas las restricciones alimenticias que entonces había (afortunadamente, ahora se han dado cuenta de que podemos comer de todo. Conozco gente que debutó hace 30 años y entonces no les dejaban ni comer melón, huevo frito,... no era una dieta, era un castigo, todo estaba prohibido y eso crea mucha ansiedad), el miedo que me provocaba ir a consulta y los análisis dieran una HbA1c altísima y la consiguiente bronca, querer estar delgada,... hizo que siguiera haciendo burradas (atracones-diuréticos-ayunos-ejercicio-atracones). Además, un médico me dio la clave unos meses después de debutar. Era mi cumpleaños y unos amigos me invitaron a tomar té moruno (con mogollón de azúcar). Estaba en Marbella con mis padres y mi hermana, era el primer verano de diabética y me empecé a encontrar mal, así que me llevaron a urgencias. Tenía alrededor de 300 (nada para lo que he tenido otras veces) y el médico me dijo que si quería comerme una tarta entera (era lo que él pensaba que había hecho, porque la verdad es que los diabéticos tenemos muy mala fama y los médicos desconfían de nosotros cuando intentamos explicar porqué tenemos esas cifras de glucosa) podía hacerlo poniéndome más insulina pero que la consecuencia es que me iba a poner gordísima.
Entonces mi conclusión fue: puedo comer lo que me dé la gana y no ponerme insulina para no engordar porque la insulina engorda. Y a partir de ahí empezaron los ingresos por cetoacidosis y el deterioro tremendo y horrible que he conseguido. Aunque mis reglas desde los 15 no habían sido muy regulares, a los 21 me desapareció definitivamente, a los 23 me rompí el peroné, posiblemente por la osteoporosis que ya tenía (a los 30 me rompí el otro pie y por ser un pie de riesgo no me pudieron operar. Se me ha quedado deformado y por supuesto no puedo llevar tacones, chanclas, en general calzado que no sujete bien el pie y que pueda llevar plantillas) y me diagnosticaron polineuropatía.
Al poco tiempo ya empecé a tener problemas de retina y ya me han fotocoagulao los dos ojos y estoy esperando que me operen de cataratas. La gastroparesia y la disautonomia me tenían un día sí y otro no en la cama, vomitando porque no pasaba la comida. Pero lo peor fue cuando falló el riñón. En el 2009, de repente, tuve un fallo renal fulminante y tuvieron que empezar a dializarme. Ha sido horrible. Ahí sí que estaba flaca pero, ¿de qué te sirve?
En todos los ingresos que he tenido desde el 2000, cuando ya estaba delgada, pensaba de qué me servía estar delgada si estaba en una cama de hospital, pero me daban el alta y volvía a los atracones y a intentar compensar porque me sigue aterrando engordar, a pesar de todo. Ya sé que es de locos y no tiene explicación, con todas las secuelas horribles que tengo. Por supuesto, nada de estar guapa porque tengo poquísimo pelo, la piel seca y arrugada.
Tanto maltrato al cuerpo envejece muchísimo, te hunde física y psíquicamente, te hace insoportable, no te aguantas a ti misma porque quieres comer y sabes que no debes, te enfadas por todo y con todos, es una lucha continua con tu cabeza. Es difícil cuando es sólo el TCA (trastorno de la conducta alimentaria), pero cuando a esto se añade la presión por tener que hacer una dieta por salud, es mucho más complicado.
Me sé la teoría porque he leído mucho sobre atracones, voy al psicólogo y al psiquiatra, pero no consigo superarlo. La primera psiquiatra me quería meter miedo con todas las consecuencias horribles que me iban a pasar y eso lo que provocaba es que la mintiese o que no fuese a consulta, tal y como decís en el artículo. No tenía nada de empatía, eran tan severa que la llegué a odiar. Tampoco sirve de nada lo que te suele decir la gente que no tiene este problema: "date una vuelta, llama a alguien, bebe agua, come una zanahoria,..." En ese momento sólo quieres darte el atracón, es como si a un drogadicto le dices: No te drogues, ¿crees de verdad que eso le va a hacer recapacitar en ese momento, cuando tiene el mono? Piensas después, cuando ya lo has hecho y viene el arrepentimiento y el miedo.
Normalmente desayuno y ceno bien, pero en la comida sigo sin controlarme porque mi mayor problema es que no sé parar, cuando empiezo no tengo fin. Por eso evito hacer media mañana y merienda, por el miedo de no conformarme con una fruta y querer más y entonces liarla.
Otra cosa que hago mal es que quiero pensar que va a ser la última vez y que mañana lo haré bien y esa es la excusa perfecta para darme otro atracón y acabar con todo lo que tengo a mano para que mañana no haya tentaciones (lo que pasa es que mañana vuelvo a comprar otras).
Siento muchísimo que mi experiencia no dé ninguna clave de cómo salir y ser tan negativa. De hecho, me da cosa mandarla por si tiene un mal efecto, pero creo que en el fondo es también una llamada de ayuda y otra forma de desahogarme.
Un beso.
Si padeces un trastorno alimentario y quieres compartir con todos nosotros tu historia puedes escribirla en el espacio que mostramos a continuación. Llegará tu texto a la Fundación para la Diabetes de manera totalmente anónima y por tanto la publicaremos también de forma anonima.
Agradecemos muchísimo que nos contéis vuestras vivencias porque seguro que son de enorme ayuda para muchas otras personas que están pasando por vuestra misma situación.
Testimonios
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