La alimentación en la tercera edad
En el ámbito de nuestra vida cotidiana, y en del propio entorno sanitario, cada día tiene más importancia la atención en la alimentación de las personas mayores.
Fundamentalmente se debe a un aumento de este colectivo en los países desarrollados, que en algunos casos está alcanzando el 20 % del total de la población, y a una mayor sensibilización individual y social hacia este grupo más vulnerable. Esto, centrándolo en el entorno de la diabetes, es todavía más importante, pues según los últimos estudios epidemiológicos, en España, a partir de los 65 años, el 25% de la población presenta alteraciones en el metabolismo de los hidratos de carbono, ya sea diabetes o intolerancia a los hidratos de carbono. Ambas situaciones precisan un apoyo nutricional y, en algunos casos, un cambio en los hábitos nutricionales previos.
El interés de la nutrición en diabéticos mayores debe ir dirigido a responder a los siguientes apartados:
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Evitar la aparición de hipo o hiperglucemias.
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Evitar la malnutrición. Ésta tiene una prevalencia alta en el subgrupo de mayores de 70 años.
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Encontrar normas nutricionales que permitan mantener el buen control metabólico, pero respetando la calidad de vida.
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Encontrar posibles causas producidas por los cambios fisiológicos de los años y de las alteraciones derivadas del entorno social, que alteren el cumplimiento de las normas nutricionales.
Hay una serie de cambios fisiológicos que pueden afectar a la alimentación como:
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Pérdida de la palatabilidad con un descenso de la sensibilidad para poder apreciar los sabores dulces y salados. Si a esto unimos un deterioro del olfato, hace que los ancianos para saborear ciertos alimentos los tomen o demasiado dulces o demasiado salados, ambos temas importantes para la diabetes. El primero, al no poder tomar los dulces habituales, lleva a que se utilicen edulcorantes, que en algunos casos como la sacarina deterioran su sabor (sabor metálico) o sorbitol, con el consiguiente riesgo de padecer procesos diarreicos. El problema con los demasiados salados es que deterioran otros procesos frecuentes en estas edades como hipertensión, insuficiencia cardiaca, etc.
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También hay una distorsión de la percepción de los colores, con pérdida del espectro de los azules. Así para preparar un menú que les sea atractivo debemos usar combinaciones de colores verdes-rojos, verde-naranjas en la combinación de los alimentos que forman los distintos ingredientes de los platos.
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Es frecuente encontrar que las personas mayores tengan problemas para poder masticar, que van desde falta de piezas o de dentadura completa, hasta tener mala oclusión (no encajan correctamente la dentadura superior con la inferior dificultando la masticación). Cualquiera de estas alteraciones dificulta el proceso digestivo haciéndolo más costoso.
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Es frecuente que también aparezcan disminuciones en las secreciones digestiva. Esto puede ocasionar déficit de proteínas, de hierro, de calcio, de los folatos y de la vitamina B6. También es frecuenté el estreñimiento.
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Las necesidades acalóricas disminuyen entre un 2 y un 5 % por cada década a partir de los 60 años, debido a la pérdida de la masa muscular, disminución actividad física y otros cambios varios.
Guías dietéticas para la tercera edad
- Menús sencillos y de fácil preparación.
- Presentación vistosa y agradable de los platos.
- Realizar las tomas de alimentos diariamente.
- Repartir la comida en 5 o 6 tomas.
- Moderar el consumo de sal.
- No abusar de bebidas alcohólicas y/o estimulantes.
- No usar condimentos fuertes.
- Moderar el consumo de la sal.
- Beber agua entre 1 ½ a 2 litros día.
No debemos olvidar que la comida para las personas mayores es un acto de convivencia y de relación social.
Riesgos asociados a los factores generacionales
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Malos hábitos alimenticios al existir costumbres nutricionales con errores difíciles de modificar que a veces ocasionan que la dieta que aportamos a las personas mayores sea monótona.
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Inapetencia acompañada de la despreocupación a menudo propia de las personas mayores y que se relaciona con todo lo referente a su cuidado personal.
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Aspectos económicos que influyen a veces en planteamientos erróneos de la alimentación diaria ya por exceso o defecto.
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Dificultades derivadas de algunas enfermedades, que van a producir una disminución de la autonomía de la persona mayor repercutiendo en la adquisición, transporte y preparación de los alimentos.
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Aislamiento social, dietas alternativas, dietas muy restrictivas y alcoholismo.
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La polimedicación (tener que usar varios medicamentos diariamente) ésta puede producir interacción con ciertos nutrientes y provocar cierto déficit en algunos de los micronutrientes.
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Posibilidad de mayor número de hospitalizaciones o de permanecer en residencias que puede llevar a realizar una dieta con aporte deficitario de algunos micronutrientes.
Guías nutricionales
Energía: De forma individualizada, para mantener normopeso.
Proteínas: 0.8 gr/Kg/día repartidas en un 60% de origen animal y 40% de origen vegetal.
Hidratos de carbono: 55-60 % de las calorías totales diarias.
Grasas: No deben sobrepasar el 30% de la energía total. Con un total del 8% de ácidos grasos saturados.
Minerales y vitaminas: Para cubrir las necesidades de este grupo se debe consumir 2-3 raciones de lácteos, más de 2 raciones de verduras y hortalizas y más de 2 raciones de frutas.