Fiebre y nutrición
La fiebre es uno de los síntomas más comunes y más frecuentes de todas las enfermedades infecciosas. La persona con diabetes, a lo largo de su vida puede sufrir, como el resto de las personas no diabéticas, varios procesos infecciosos que pueden conllevar fiebre y acarrear las repercusiones que este síntoma provoca.
La fiebre suele ir acompañada de un aumento de sed, producida por la pérdida de agua corporal a través del aumento del sudor. Otra característica frecuente relacionada con la nutrición y generalmente asociada a los procesos febriles es la pérdida de apetito.
Las medidas a tomar desde el punto de vista dietético en estas situaciones son las siguientes:
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Alimentos proteicos, su aporte debe disminuirse de la dieta habitual y en algunas ocasiones puede llegar a suprimirse.
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Alimentos grasos, el consumo de estos alimentos también se puede reducir y en algún momento eliminar por completo.
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Alimentos ricos en hidratos de carbono, se debe mantener su aporte sin modificar su cantidad. Deben manejarse adecuadamente las tablas de equivalencias para conseguir el aporte diario de hidratos de carbono de la dieta habitual.
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Los líquidos, el aporte de líquido debe aumentar y se debe vigilar que sea suficiente para controlar las pérdidas de agua producidas por la fiebre.
El modo más adecuado para aportar los hidratos de carbono mientras dure el proceso febril será fundamentalmente a través de purés, sopas, zumos de frutas y compotas de frutas sin azúcar.
Las raciones de la dieta habitual que se consumen en la dieta diaria en forma de verduras, pueden sustituirse en los casos de fiebre por raciones de purés o de frutas.