El agua
El agua es un elemento inorgánico que no aporta energía, pero que es un nutriente esencial en la vida humana. Constituye el principal componente del cuerpo humano, llegando a alcanzar entre el 55 y el 60 % del peso total del cuerpo. Como todos los nutrientes no energéticos tiene funciones vitales para el organismo que las podemos agrupar en:
- Es el medio acuoso de dilución de todos los líquidos corporales.
- Ayuda al trasporte de los nutrientes al interior de las células, así como trasporta las sustancias de desecho de estas células.
- Ayuda a poder realizar la digestión de los alimentos.
- Contribuye al mantenimiento de la temperatura corporal mediante la evaporación del agua a través de la piel.
El organismo obtiene el agua de varias fuentes, y para explicarlas de forma sencilla podemos dividirlas en:
Agua que es aportada por los líquidos de las bebidas, especialmente el agua potable. Se considera una media de entre 1.200 y 1.500 ml/ día, con todas las posibles variaciones en cada individuo.
Agua contenida en los alimentos y en la preparación de los distintos platos. Representa entre 700 y 1.000 ml / día.
Agua de la oxidación de los nutrientes, tanto las proteínas, las grasas y los hidratos de carbono al descomponerse en sus elementos más pequeños desprenden una cierta cantidad de agua que puede variar según la alimentación diaria entre 200 y 300 mililitros día.
En general, la cantidad de agua que contiene cada alimento es muy variable, oscilando entre:
- 1 gr. de agua por 100 gr. de alimento en los alimentos que menos agua aportan.
- y más de 90 gr. de agua por 100 gr. de alimento en los que más aportan.
Por lo general, las verduras y las frutas son las que tiene un mayor contenido de agua, llegado en algunos casos a un aporte entre el 94 y el 98 % del peso total del producto.
Excepto en algunos casos especiales en los que la cantidad de líquidos está comprometida, como pueden ser en la insuficiencia cardiaca o la insuficiencia renal, la ingesta de agua no debe limitarse.
Se debe beber a lo largo del día. No se ha establecido una cantidad mínima de requerimientos hídricos ya que estas necesidades varían de forma interindividualmente, por la pérdida producida por la situación ambiental y personal de cada individuo y esto hace que las necesidades varíen individualmente y a lo largo del tiempo.
Una situación especial en la que la ingesta de agua debe controlarse es en el caso de las personas mayores. Al pasar los años la sensación de sed se va perdiendo y, en determinadas ocasiones, si no se insiste a estas personas en que beban, el riesgo de deshidratación es mayor. Por este motivo, en este colectivo es imprescindible controlar el agua que toman y en algunos casos insistir para que beban y, si no es posible por su negación, debemos utilizar en la dieta los alimentos más ricos en agua y una forma de condimentación que nos aporte también más agua.