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Sala de prensa   Fundación para la Diabetes

¿Qué es el síndrome metabólico?

José Ramón Calle Por: José Ramón Calle
Dr. en Medicina y Especialista en Endocrinología del Hospital Clínico de Madrid. Asesor Médico de la Fundación para la Diabetes.
Temas: Prevención , Otros
Fecha:

No existe una única definición para el síndrome metabólico, pero los expertos se refieren a este síndrome como una alteración en la que coexisten una obesidad visceral, un aumento del nivel de lípidos, un incremento en los valores de glucosa e hipertensión.

Síndrome metabólicoA la hora de concretar las distintas alteraciones, la Federación Internacional de Diabetes (IDF) propuso en el año 2005 que para que una persona tuviera síndrome metabólico era requisito imprescindible el tener un diámetro de la cintura superior a 94 cm, si se trataba de hombres, y a 80 cm, en el caso de las mujeres. Una persona que supera estas medidas presenta un tipo de obesidad que se conoce como central y que se asocia a un aumento de la grasa en las vísceras, que es más peligrosa que la subcutánea, es decir, la que se encuentra por debajo de la piel.

Además de este requisito, para diagnosticar de síndrome metabólico también había que reunir dos o más de las siguientes alteraciones:

  • Glucosa igual o superior a 100 mg/dl
  • HDL colesterol (el llamado “colesterol bueno”) inferior a 40 en hombres o a 50 en mujeres
  • Triglicéridos por encima de 150 mg/dl
  • Tensión arterial igual o superior a 130/85

Lógicamente, si cualquiera de estos parámetros está en niveles correctos pero a base de tratamiento farmacológico, también se considera alterado.

Muchos especialistas también siguen los criterios del NCEP ATP 3, también del año 2005, que son los mismos con la excepción de que piden 3 pero no es requisito indispensable que el diámetro de la cintura esté incluido y suben dicho diámetro a 88 en mujeres y 102 en varones. De todos modos, a la hora de medir la circunferencia de la cintura conviene tener en cuenta los factores étnicos, de manera que en los últimos tiempos están apareciendo tablas con valores diferentes en función de las características raciales de cada persona.

Utilizando los criterios de la IDF, un estudio llevado a cabo en Estados Unidos entre 1999 y 2002 daba como resultado que el 39 % de la población adulta de ese país reunía los criterios de síndrome metabólico, mientras que el  34,5 % cumplía los criterios ATP 3.

El denominador común de estas alteraciones muchas veces es la resistencia a la insulina. Hay otra serie de alteraciones que también se asocian con frecuencia al síndrome metabólico y a la resistencia a la insulina, como el aumento de andrógenos, lo que en mujeres se puede traducir en problemas del tipo aumento de vello, acné o irregularidades menstruales.

Si el porcentaje de población afectada asusta, lo cierto es que la situación tiende a empeorar año a año, ya que el estilo de vida que podríamos etiquetar como “occidental” se va extendiendo por todo el mundo, asociado a unas pautas de estilo de vida que se caracterizan por falta de actividad física y generalización de una dieta con predominio de la comida rica en grasas, especialmente animales, hidratos de carbono de absorción rápida, poca fibra e hidratos de carbono de absorción lenta, exceso de proteínas,…  Podríamos decir que la “comida basura” y el sedentarismo ganan adeptos por todo el mundo de manera imparable. El síndrome metabólico sólo se presenta en el 5 % de las personas de peso normal, en el 22 % de las que tienen sobrepeso y en el 60 % de  las obesas. Evidentemente, la predisposición genética cuenta. Recientemente se está prestando atención a factores como el déficit de vitamina D, muy frecuente en la población general.

Las implicaciones para la salud de la población son de la máxima importancia: el riesgo de presentar diabetes tipo 2 se multiplica por 4 o por 5, el riesgo de padecer una enfermedad cardiovascular se multiplica por 2, el de fallecimiento por 1,5. También podemos citar el aumento de riesgo de hígado graso, enfermedad renal crónica, ovario polimicroquístico, aumento de ácido úrico y de episodios de gota, trastornos del sueño,…

De todo lo anterior, se puede decir que es de la máxima importancia combatir el síndrome metabólico, empezando con la modificación del estilo de vida, incorporando la actividad física, que debiera ser una práctica casi cotidiana, y una dieta sana y equilibrada. Más controvertido es el empleo de fármacos que disminuyen la resistencia a la insulina, además de tratar cada uno de los factores de riesgo por separado (dislipemia, hipertensión, hiperglucemia). Hasta hace poco los medicamentos más adecuados para combatir la resistencia a la insulina eran la metformina y las tiazolidinedionas, pero estas últimas están bajo estudio en la actualidad por potenciales efectos secundarios importantes.

En resumidas cuentas, pensamos que el síndrome metabólico, además de un primer paso hacia la diabetes, constituye un problema sanitario de primera magnitud per se y es imprescindible desarrollar estrategias para combatirlo. Diagnosticar el síndrome, lógicamente, es fundamental y cuanto más precozmente se haga mayores beneficios obtendrá el paciente.

Etiquetas:

Prevención