La violencia estética contra las mujeres gordas: la última frontera de la opresión patriarcal
Ser mujer en esta sociedad es un reto constante, pero ser mujer y gorda es una condena. Desde que tenemos uso de razón, se nos enseña que la única manera de ser valiosas es ser delgadas, deseables, moldeables a los estándares que dicta el patriarcado. ¿Cuántas mujeres han crecido sintiendo que su cuerpo era un error, una carga, un obstáculo para su propia felicidad? ¿Cuántas de nosotras hemos sido reducidas a cifras en una báscula, a centímetros de grasa que hay que exterminar, a una “antes y después” que dicta nuestra valía?
La gordofobia es violencia. Una violencia cotidiana, sistemática, disfrazada de preocupación por la salud, de consejos bienintencionados, de comentarios casuales sobre “lo bien que se ve una cuando baja unos kilitos”. La violencia que sufrimos las mujeres gordas no es solo una cuestión de burlas o insultos. Es la negación de nuestra existencia en los espacios públicos, la condena al ostracismo social, la falta de representación en el cine y la publicidad. Es vernos convertidas en chiste, en advertencia, en fetiche o en proyecto de redención, pero nunca en protagonistas de nuestra propia historia.