Mejorar nuestra relación emocional con la comida, clave contra la obesidad
Los factores sociales y psicológicos también influyen en la forma en que nos alimentamos. Esa conexión, a menudo invisible, es esencial para promover un nuevo paradigma clínico.
Una de las claves de los nuevos medicamentos para combatir la obesidad tiene que ver con el hambre. Con mejorar la sensación de saciedad para que la persona tenga menos hambre y por tanto consuma menos calorías. La cuestión está en que cada vez tenemos más claro que el “hambre” no es algo tan sencillo. Porque hay un hambre homeostática que es la que responde a la necesidad de recibir energía, sí, pero también hay un hambre emocional. Una que todos conocemos. Esa sensación de tapar emociones, nervios, estrés o tristeza con alimentos poco sanos. Esa tarrina de helado de chocolate cuando tenemos un mal de amores. Esa comida chatarra que nos hemos ganado después de una dura semana.
Esta relación entre comida y gestión emocional es de hecho otro gran problema social, que inculcamos desde la más tierna infancia, cuando acostumbramos a los niños a pasar las rabietas o los llantos ofreciendo un caramelo o un bollito ultraprocesado.
Una relación, la de las emociones y la obesidad, que además es un arma de doble filo. No obstante, se sabe que las personas con obesidad tienen un 55% más riesgo de desarrollar depresión, pero a su vez, las personas con depresión tienen un 58% más de riesgo de tener obesidad. Del mismo modo, la obesidad incrementa en un 30% el riesgo de desarrollar un trastorno de ansiedad y en un 40% síntomas de ansiedad.
Con la idea de incidir en la importancia de abordar la parte relacionada con el contexto social, emocional y en definitiva de visibilizar el hilo invisible entre obesidad y salud mental, la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO), la Asociación de Personas que viven con obesidad (ANPO) y Novo Nordisk se han sumado al lema ‘Changing System, Healthier Lives’ de la Federación Mundial de Obesidad.
Así, tal y como explicaba Francisco Pajuelo, director médico de Novo Nordisk, “en los últimos tiempos hemos hablado mucho de obesidad, pero ahora tenemos que hablar menos de la enfermedad y más de las personas”. Con esta idea, Santos Solano, psicólogo sanitario de la Sociedad Española de Obesidad, relataba supuestos de personas con obesidad, que pasaban por perfiles como un niño de bajo nivel socioeconómico cuyos padres, ante la falta de recursos y la culpa, no abordaban bien el problema, una persona en fase de duelo que caía en la obesidad por ese hambre emocional, una adolescente a la que el estigma de la obesidad la hacía aislarse más o una mujer en la que la obesidad se ligaba directamente con el conocido trastorno por atracón, recordando que ocurre en cerca de 3 de cada 10 personas con obesidad.