Más del 36% de los niños en España tienen obesidad o sobrepeso por el auge de los ultraprocesados
Más del 36% de los niños españoles presentan sobrepeso u obesidad, una tendencia que se agrava por el aumento del consumo de alimentos ultraprocesados, que ha pasado del 11% en 1990 al 40% en 2023. Un estudio reciente realizado por la URV y otros centros revela que casi la mitad de los alimentos consumidos por los niños son ultraprocesados, lo que se asocia a mayores índices de masa corporal, mayor circunferencia de cintura y un deterioro en los parámetros cardiometabólicos.
La revista Consumer informa de que en España más del 36% de los niños sufren sobrepeso u obesidad, una estadística que confirman otros estudios, como el Aladino 2023 (sobre alimentación, actividad física, desarrollo infantil y obesidad). Estas cifras alarmantes, llegan acompañadas por un fenómeno aún más grave, la aparición temprana de enfermedades cardiometabólicas, como diabetes tipo 2, hipertensión o colesterol alto, que antes eran casi exclusivas de los adultos.
Cambios en la alimentación infantil
Durante las últimas décadas, la dieta infantil en España ha sufrido un cambio radical y el consumo de alimentos ultraprocesados se ha disparado, pasando del 11% en 1990 al 40% en 2023, aunque hay estudios que apuntan a datos aún más altos. Un estudio publicado en la revista Jama en mayo de 2024 y liderado por un equipo investigador de la Unidad de Nutrición Humana de la Universitat Rovira i Virgili (URV) en colaboración con el Instituto de Investigación Sanitaria Pere Virgili (IISPV) y el Centro de Investigación Biomédica en Red Obesidad y Nutrición (CIBEROBN), encontró que, de cada 100 gramos de alimento consumidos por los niños, unos 47 gramos eran ultraprocesados.
Pepe Serrano, pediatra de atención primaria y secretario general de la Sociedad Catalana de Pediatría, con más de 35 años de experiencia, insiste en el cambio de hábitos en las familias: “Antes predominaba la cocina de la abuela, pero ahora se ha perdido y ha sido reemplazada por una cantidad enorme de alimentos poco recomendables”.
Esta transición hacia un mayor consumo de ultraprocesados ha desplazado las tradiciones dietéticas saludables, como la dieta mediterránea, que se caracteriza por su riqueza en vegetales, frutas, legumbres y pescado, todos frescos y preparados de maneras que mantienen su valor nutricional. Pero la globalización ha arrasado con la mayoría de las dietas tradicionales, desplazando alimentos saludables y poniendo en su lugar productos con escaso valor nutricional y con un altísimo grado de adherencia por sus características, como su bajo precio o su sabor.
“En la alimentación complementaria, a partir de los seis meses, ya hay productos específicamente diseñados para bebés que son ultraprocesados y poco recomendables, que se venden en supermercados y farmacias y que son innecesariamente ricos en azúcares y sal”, explica el pediatra Pepe Serrano para la revista Consumer.
Como señala Serrano, según la ciencia no existen productos destinados a los niños. “A partir de un año de vida, un menor puede comer los mismos alimentos que un adulto; la única precaución que debemos tomar tiene que ver con la forma y el tamaño del alimento para evitar que se atraganten”, recuerda Serrano.
El efecto de los ultraprocesados en los menores
Comer alimentos ultraprocesados desde pequeños tiene dos efectos negativos claros, explica el pediatra Pepe Serrano: “un efecto directo, porque aquello que comen no es adecuado por la cantidad de grasas, azúcares o sal, pero también tiene una consecuencia indirecta: los niños se van habituando a texturas y sabores que no existen en los alimentos sin procesar”, por lo que es casi imposible que se sientan atraídos por la fruta o las verduras.
El estudio de la Universitat Rovira i Virgili, investigó el impacto que tiene en la salud una dieta rica en ultraprocesados en 1.500 niños entre los tres y los seis años de diferentes ciudades (Reus, Córdoba, Santiago de Compostela, Navarra, Valencia, Barcelona y Zaragoza), que forman parte del estudio multicéntrico Corals. “Aunque se trate de un estudio observacional, la tendencia que hemos visto es alarmante”, dice Khoury, doctora adscrita a todos estos centros e investigadora principal del estudio. “El consumo de ultraprocesados en la primera infancia ya muestra afectación en los parámetros cardiometabólicos”, añade Nancy Babio, profesora investigadora de la URV y coautora del estudio.
Según los resultados, los niños que consumían más ultraprocesados tenían unas puntuaciones más altas en el índice de masa corporal, la circunferencia de la cintura, el índice de masa de grasa y los niveles de azúcar en sangre. También tenían niveles más bajos de colesterol HDL –el ‘bueno’– en sangre. “Lo importante no es la cifra, si no que, si ya con tres años vemos esta relación y esto se mantiene en el tiempo, estos niños aumentarán de peso y se presentaran las comorbilidades asociadas”, afirma Babio.