La alimentación durante los viajes en las personas con diabetes
Dietista-Nutricionista e Investigador del CIBERDEM (Hospital Clínic de Barcelona).
La planificación de un viaje suele comenzar unas semanas o meses antes de su inicio. Es necesario tener previstas muchas cosas, como los billetes de avión, la ruta, los hoteles o incluso renovar el pasaporte. En el caso de las personas con diabetes también es inevitable pensar en algunos cuidados extra, pues la diabetes también se va de viaje.
En los viajes, la adaptación a la alimentación de cada país es sumamente compleja, pues se consumen alimentos diferentes a los habituales, cocinados de otras formas a las que se está acostumbrado y, todo ello, solamente durante unos pocos días.
La preparación
Es necesario comenzar por recordar que una de las bases de la alimentación en el tratamiento de la diabetes es saber reconocer aquellos alimentos que contienen hidratos de carbono y poder diferenciarlos de aquellos otros que prácticamente no los contienen (puedes encontrar más información sobre los hidratos de carbono en el siguiente artículo: Conoce los hidratos de carbono). En los viajes esto representa todo un desafío, pues las variaciones en los alimentos son constantes y el proceso de toma de decisiones se convierte en un momento de cierto estrés. ¿Cómo decidir sobre la dosis de insulina si no se sabe lo que se está comiendo?
Por ello, en la fase previa al viaje es recomendable buscar toda la información necesaria sobre el tipo de cultura alimentaria existente en el país de destino.
En ocasiones recurrimos a los tópicos, como que en China solo se come arroz, en Japón sushi o en Italia pasta. Esto sería equivalente a decir que en nuestro país solamente se come gazpacho y tortilla de patatas. Influyen muchos factores, y dependiendo de la zona a la que se viaja, del tipo de alojamiento o del tipo de viaje, se accederá a uno u otro tipo de alimentos y de preparaciones.
Para aquellas personas que utilizan insulina rápida en cada comida, en la red pueden encontrar alguna información sobre el contenido en raciones de hidratos de carbono de algunos alimentos más habituales en cada país.
¡Atención!
Las raciones de hidratos de carbono también pueden variar según cada país. En España una ración contiene 10g de hidratos de carbono, mientras que en otros países como en Estados Unidos, México o gran parte de Latinoamérica contiene 15g, o en Alemania 12g.
Aprender a leer las etiquetas de los alimentos en otros idiomas es fundamental para poder identificar la palabra hidratos de carbono o carbohidrato en el idioma del país de destino y así leer las etiquetas nutricionales correctamente y sin tener sorpresas.
El desplazamiento
Durante el viaje en coche, tren, barco o avión es necesario tomar alguna precaución en referencia a la diabetes. Los horarios pueden modificarse de forma imprevista debido a retrasos o cambios de última hora, por lo que es aconsejable tener a mano algún suplemento que contenga hidratos de carbono, en forma de líquido o de alimentos sólido, como barritas o un pequeño bocadillo, para evitar problemas en los controles de los aeropuertos.
La estancia
Para lo bueno y para lo mano, se come con los ojos. Las comidas en hoteles o restaurantes suelen incluir una cantidad mayor de alimentos que la que se toma en el día a día. Atención a los desequilibrios que esto puede provocar. Es importante que la cantidad de hidratos de carbono sea similar a la que se toma de forma habitual. Con esto se consigue evitar desequilibrios en los niveles de glucemia.
No obstante, en aquellas situaciones en las que se realiza más actividad física de los habitual, como una ruta de trekking o la visita a una gran ciudad con largas caminatas, se puede incluir una cantidad de hidratos de carbono algo mayor, preferentemente en forma de alimentos de bajo contenido calórico como frutas o pequeños bocadillos, evitando la bollería. En este caso, se recomienda aumentar el número de controles de glucemia para adaptar el aporte de hidratos de carbono según sea la actividad que se esté realizando.
Uno de los objetivos ya comentados es mantener un consumo de hidratos de carbono similar al que se realiza de forma habitual. Para conseguirlo, en cada comida es necesario seleccionar los mismos grupos de alimentos que en la comida habitual.
Por ejemplo, una comida o cena debe incluir verduras, alimentos proteicos, como carne o pescado, y harinas en forma de arroz, pasta, patata, legumbres o pan. Se podrá finalizar con una fruta.
El tipo de harina (fuente principal de hidratos de carbono) podrá variar de unos países a otros. El arroz, el trigo y el maíz están presentes en la gran mayoría de países del mundo, siendo el arroz más presente en los países asiáticos o el trigo o el maíz en países europeos y norteamericanos. Pero también existen otros cereales como el mijo, más extendido en América del Sur y en la India, el bulgur, típico de oriente medio, utilizado en la elaboración del taboulé, el teff, cereal básico en Etiopía, o la quínoa, cada vez más presente en Europa, es típico de algunos países de América del Sur. El contenido en hidratos de carbono es muy similar en todos estos cereales, pero la diferencia se encuentra en que algunos como el teff o la quínoa están mucho menos refinados, por los que pasan a la sangre de forma mucho más lenta.
Otra dificultad añadida es la forma en que cada cultura alimentaria mezcla o distribuye los alimentos, lo cual puede dificultar su identificación. Por ejemplo, en algunos países no se reparten los alimentos en porciones individuales, sino que se come directamente de un gran plato o fuente principal. En otros lugares, se toman pequeñas porciones de muchos alimentos (al estilo de las tapas españolas) lo que dificulta el control de la cantidad consumida.
Si es posible, es mejor seleccionar la cantidad de alimento que se va a tomar y colocarla en un plato, pues ello ayudará a reconocer y medir (de forma visual) la cantidad.
Finalmente, durante los viajes se debe tener precaución al tomar alimentos que puedan estar contaminados pues podrían dar lugar a alteraciones gastrointestinales que incluyen vómitos y diarreas. Esto puede causar un fuerte desequilibrio en los niveles de glucemia con un aumento del riesgo de hipoglucemia. Para evitarlo se recomienda extremar las precauciones, tomando agua preferentemente embotellada, así como evitando los alimentos crudos (ensaladas o frutas) pues podrían haber sido lavados con agua contaminada.
En definitiva, los viajes son una pasión para muchas personas. Las personas con diabetes pueden y deben mantener esa afición, siempre tomando algunas precauciones. La planificación previa es fundamental para conseguir evitar problemas y disfrutar al máximo la experiencia.
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