Introducción
“De tal palo, tal astilla”. Muchas veces hemos utilizado este refrán queriendo dar a entender que es lógico el comportamiento de un hijo a la luz de cómo son los padres. Sin embargo, sería excesivamente reduccionista pensar que el comportamiento de un hijo depende únicamente de cómo son sus padres y cómo se relacionan con él.
Puestos a utilizar refranes, yo preferiría utilizar el de “De lo que se come se cría”. Entendiendo “comer” en el sentido de “nutrir”. Como decía el poeta “DE CUANTO FUE NOS NUTRIMOS” y cuanto más pequeños, más nos hemos nutrido de nuestra familia.
Pero además de criarnos, la familia es el laboratorio donde se va formando la personalidad; donde los hijos ensayan sus primeras relaciones sociales y donde aprenden las cosas más importantes para su vida.
Antes de continuar, y en justicia, quisiera apostillar un par de cosas:
Además de la familia, existen otros muchos factores que están afectando a nuestros hijos: su carácter, la situación económica, los eventos que le van sucediendo, en especial, el hecho de tener diabetes, el colegio y los amigos.
La otra acotación que quisiera apuntar es que los padres también nos nutrimos de nuestros hijos, ¡y de qué modo! ¡Ay de aquel que piense que sus hijos no pueden aportarle nada!.
También, aunque es posible que esté de más, quisiera recordar que probablemente todos los padres y madres, hayamos caído (y caigamos) en comportamientos que ahora describiré como errores.
Que nadie se asuste y piense que lo está haciendo mal. El haber actuado de manera poco acertada en determinados momentos no significa nada distinto de ser seres humanos.
En conclusión, será la actitud constante lo que hará que hablemos de familias con determinadas características, que siguen un patrón educativo.