¿Y si hay diabetes?
Hasta ahora hemos visto lo que suele ocurrir en cualquier adolescente, pero claro, qué pasa si en ese joven además de estar pasando por la adolescencia tiene diabetes. Dicho de otra forma, ¿cómo puede influir la diabetes en un adolescente y su proceso de evolución?
Para verlo de la manera más simple posible vamos a analizarlo siguiendo la misma estructura de los apartados anteriores.
Diabetes y desarrollo físico
Hoy en día, con todos los tratamientos tan buenos que existen para la diabetes, el desarrollo físico de un joven con diabetes es igual al de sus compañeros que no la tienen. Sí es cierto que puede darse el caso de que a consecuencia de la presencia de la enfermedad la pubertad se retrase algún tiempo. Podríamos encontrar jóvenes que desarrollan algo más tarde que sus iguales, pero no es muy habitual. Los equipos médicos hacen un seguimiento continuo en este sentido (mediante pruebas varias, pensando y midiendo, por ejemplo, cada vez que se acude a consulta), y si encuentran alguna anomalía o deficiencia pondrán las medidas oportunas para solucionar de la mejor forma posible la cuestión.
Estas valoraciones médicas pueden crear en el joven un sentimiento de “invasión de su intimidad”, en unos momentos donde no hay demasiada seguridad respecto al aspecto físico. Conviene ser respetuosos, comprensivos y explicar en todo momento el por qué de todas esas pruebas y exámenes físicos.
Diabetes e independencia
En este campo sí suelen aparecer conflictos.
El miedo a posibles descompensaciones por parte de los padres dificulta este proceso de separación paulatina de la familia. Cuando se es niño el control parental es casi continuo, o en todo caso se delegaba en otro cuidador según las circunstancias (por ejemplo un profesor en el colegio). Ahora el joven pide estar y hacer cosas sin un control directo de los padres, donde él tendrá que hacerse responsable y tomar decisiones por sí mismo.
La diabetes dificulta esa separación por el temor de los padres, pero no hay que olvidar que al mismo tiempo los jóvenes sienten miedos y dudas respecto a su capacidad, ya que nunca han estado o vivido situaciones referidas a la diabetes sin la protección familiar.
No conviene que la diabetes sea una razón o excusa para dificultar la independencia paulatina de los hijos y mantener así un mayor control que signifique tranquilidad para los padres. Habrá que buscar alternativas que satisfagan a ambas partes en la medida de lo posible. La diabetes es importante, pero el desarrollo del joven lo es aún más.
Diabetes e integración en el grupo de iguales
Ya hemos dicho que la separación progresiva de los padres se acompaña de la identificación e integración en un grupo de iguales, amigos y compañeros. El que un joven forme parte de un grupo o de otro está en función de los intereses comunes, de las semejanzas en formas de pensar y comportarse, de entender la vida (“Dime con quién andas y te diré cómo eres”).
En esa búsqueda de puntos en común la diabetes puede ser entendida como algo disonante, discordante, como una característica que en lugar de unir, diferencia al adolescente de los demás. Pero no sólo eso. El tratamiento de la diabetes conlleva una serie de cuidados, de cosas a hacer, que normalmente no forman parte del quehacer diario de los jóvenes sin diabetes. Esto puede dificultar la integración en el grupo, y puede hacer que chicos y chicas con diabetes oculten su enfermedad por miedo al qué pensarán mis amigos, por temor a ser rechazados o sentirse diferentes. En ese afán de ser iguales a los demás pueden llegar a no inyectarse insulina (para que no los vean y no noten nada), o realizar comportamientos extremos que no los señalen como posibles enfermos o minusválidos (fumar, beber alcohol en exceso, etc.).
Normalmente la respuesta del grupo suele ser buena, y depende mucho de la actitud que tome el joven a la hora de exponer y explicar lo que le ocurre.
En el grupo de iguales es donde existe una mayor presión social para llevar a cabo conductas inapropiadas para la enfermedad, y va a ser muy importante la capacidad de nuestros jóvenes para desenvolverse en esas situaciones: ser capaces de decir “no”, ser asertivos, congruentes con sus comportamientos, resistir a las presiones, etc.
Por suerte hoy en día existen cada vez mejores y más nuevos tratamientos que ayudan al adolescente a llevar a cabo una vida muy similar a la del resto de compañeros, y que con sus correspondientes cuidados les permiten integrarse sin demasiados problemas y realizar todas la actividades típicas de su edad (ir al cine, salir de fiesta, comer fuera de casa, hacer viajes, realizar deportes varios, etc.).
Diabetes, pensamiento y autodefinición como persona
El cambio que se produce en la forma de pensar, de analizar y entender la vida va a ser muy importante a tener en cuenta cuando se tiene diabetes.
Hemos comentado que en esta época de la vida el pensamiento se vuelve más abstracto, con capacidad para razonar e hipotetizar sobre cosas que antes carecían de importancia al ser niños. En este aspecto es durante la adolescencia cuando se empiezan a entender diversas áreas de la diabetes como la idea de que es un problema crónico y las posibles complicaciones a largo plazo. Conforme reflexiona se hace preguntas del tipo ¿por qué a mí?, ¿qué será de mi futuro?, ¿por qué no puedo hacer ser igual que los demás? y se manifiestan emociones encontradas, por un lado de miedo (por lo que puede pasar) y rebeldía (por lo que está pasando), y por otro de invulnerabilidad (a mi no me va a pasar nada) y seguridad. Todo forma parte del proceso de asimilación, y potencia las respuestas de rebeldía y los cambios de humor típicos de la edad como muestra de inconformismo.
También hemos dicho que para autodefinirse como persona, el adolescente tiene que ir conociéndose y aceptándose día a día. Cuando una mañana se levanta y descubre que el pantalón del pijama le queda corto, que las caderas se han ensanchado, que los brazos le sobresalen del chándal o que la voz le cambia sin tener control alguno, el joven tiene que asimilarlo, darse cuenta que forma del desarrollo y aceptar que sigue siendo él a pesar de todo.
Con la diabetes, además de todas esas cosas, también tiene que aceptar que hay inyecciones de insulina, controles, autoanálisis, revisiones médicas…. y todo esto lo que hace es potenciar la idea de “enfermo”.
Normalmente los adolescentes son muy críticos con su imagen corporal, con la aceptación de su cuerpo, y la diabetes hace que sean más críticos aún, sobre todo si nos referimos a las chicas.
Comienzan los primeros flirteos, los primeros juegos amorosos o de interés por el sexo, y la diabetes puede ser una fuente de estrés y preocupación en ese sentido, de pensamientos del tipo “quién me va a querer a mí con lo que tengo”, “tendré que ocultarlo o nadie me querrá”.