va Martínez (O Porriño, 1968), es una gran aficionada de las maratones y de carreras de medio fondo, deporte que debe compaginar con su diabetes gestacional, que le detectaron hace ya 22 años. Sus inicios en la enfermedad fueron una tortura, al saber que tenía diabetes se le cayó el mundo encima. Hoy, después de muchos ensayos y errores, de sustos y miedos, ha aprendido a controlarla, sobre todo, a la hora de correr. El deporte le ha ayudado a equilibrar sus niveles de glucosa y a aceptar su condición y a demostrar que los límites no los pone la diabetes, los ponen sus ganas de vivir.
—¿Cómo ha sido su debut con la diabetes?
—Lo supe poco después de nacer mi hija. Tuve un embarazo poco controlado y en 1998 la prueba de la glucosa no estaba pautada para las embarazadas. Cuando estaba de 6 ó 7 meses empecé a encontrarme mal y no sabía por qué. Iba a consulta pero no me hacían caso. El embarazo acabó siendo desastroso, con una cesárea, problemas de tensión y, finalmente, diabetes. Perdí muchísimos kilos, comía pensando que estaba delgada por no comer, la gente me decía que vivía estresada… pero nadie buscaba la verdadera razón de mi problema. Un día, tras un susto grande, fui al hospital y ahí empezó todo. Me pautaron insulina diaria tras debutar con 300 de glucosa en sangre (lo normal es tenerlo entre 90 y 130).
—¿Cómo fue a partir de ese momento practicar deporte?
—Siempre fui una chica activa pero empecé a correr en serio justo cuando debuté, poco a poco y siempre acompañada por mi marido. Primero solo hacía 5 kilómetros y ya me parecía muchísimo, ahora corro 42 y acabó la carrera en rango, aunque comiendo alguna gominola por el camino. Desde ese momento corrí ya cuatro maratones (dos en Madrid, dos en Oporto y una en Viena) y muchas medias maratones. Para mí es todo un logro.
—¿Cambió su vida después de ser diagnosticada?
—El día que me dijeron que era diabética empecé a llorar, se me cayó el mundo encima. De repente me sentí mortal. Me surgieron muchos miedos, me preocupaba por lo que comía, adelgacé muchísimo… Fue traumático pero con el tiempo fui aprendiendo y aceptando que voy a vivir con la diabetes toda mi vida. Es una enfermedad complicada pero que te permite vivir. Si me hubiesen dicho que iba a ser capaz de correr 42 kilómetros, varias veces, y seguir viva después de llegar a la meta, no me lo creería.
—¿Cómo compagina ahora la diabetes con el deporte?
—No hay fórmulas sagradas, la teoría es más fácil que la práctica. Antes de empezar compruebo mis niveles de glucosa, procuro que no sean bajos porque al hacer ejercicio suele bajar el azúcar. Para las hipoglucemias, siempre llevo algo de comer en el bolsillo. Por el camino voy controlando con el glucómetro mis niveles y estoy pendiente de como me siento. Si notas un cansancio excesivo, mareos o temblores, puede ser síntoma de una hipoglucemia; o si estas muy sediento, cansado e incluso con ganas de vomitar, puede ser una hiperglucemia. Yo soy muy cabezota y cuando tengo que recuperarme de un bajón de azúcar, no suelo parar, sigo corriendo y voy comiendo por el camino, pero no es lo ideal.