Día mundial de la diabetes: tipos y cómo evitarla
La Federación Internacional de la Diabetes ha confirmado que el número de personas diabéticas ha aumentado en España en un 42% desde 2019.
La glucosa es uno de los principales elementos que necesitamos para realizar las funciones vitales. Puede ser producida por el hígado, no obstante, la mayoría de la glucosa que encontramos en nuestro cuerpo proviene de los alimentos que consumimos. Para asegurar que esta cumpla la función que debe y no se vuelva dañina, es clave la función de la insulina, hormona producida por el páncreas que se encarga de transportar la glucosa a las células, evitando que esta se acumule en el torrente sanguíneo.
El principal efecto que causa la diabetes, es que inhabilita la capacidad de tu cuerpo de producir insulina, o de utilizarla como debería. A raíz de ello, los niveles de glucosa en sangre aumentan en demasía y, con el tiempo, pueden provocar problemas de salud graves en el corazón, los riñones, los ojos o los nervios, además de estar relacionada con algunos tipos de cáncer.
Tipos de diabetes
La diabetes tipo 1 se produce cuando nuestro cuerpo produce poca insulina o no la produce, debido a que las células encargadas de ello son atacadas o destruidas. Puede aparecer a cualquier edad, aunque está generalmente diagnosticada entre personas jóvenes. El factor genético influye mucho a la hora de contraer esta enfermedad y las personas que la sufran notarán síntomas muy agresivos. En cuanto al tratamiento, los enfermos deberán consumir dosis diarias de insulina, ya sea por inyección o mediante la utilización de una bomba especial.
La diabetes tipo 2 es la más común de todas. Esta enfermedad no frena obligatoriamente la creación de insulina por parte del páncreas, pero causa que nuestras células no puedan absorberla correctamente, generando una acumulación de glucosa en sangre. Además de los genes, los hábitos y el estilo de vida son decisivos a la hora de contraer diabetes tipo 2. Los síntomas son más suaves que los de la diabetes tipo 1 y es posible controlarla incluso revertirla, mediante un cambio en el estilo de vida.