La diabetes persistente es la complicación metabólica más frecuente después de un trasplante de hígado
La diabetes mellitus postrasplante está considerada una complicación metabólica frecuente que puede influir significativamente en los resultados de los pacientes sometidos a este tipo de intervenciones Puede alcanzar una prevalencia de hasta un 40-50% en el caso de los trasplantes hepáticos, dependiendo de los estados metabólicos subyacentes de los pacientes.
El diagnóstico de diabetes postrasplante (PTDM) es "especialmente crítico" después de un trasplante de médula ósea o de un órgano sólido porque puede incidir directamente en el resultado del paciente, según se puso de manifiesto durante el simposio ´Diabetes y trasplante de órganos: fisiopatología, tratamiento hospitalario y ambulatorio´ en el marco de las 84ª Reuniones científicas de la Asociación Americana de Diabetes, celebrada, recientemente en Orlando (Florida).
Como se recordó en dicha sesión, la diabetes mellitus persistente es la complicación metabólica más frecuente después de un trasplante de hígado y podría llegar a afectar a la supervivencia del trasplantado. Suele alcanzar su punto máximo un año después del trasplante y prosigue su evolución a partir de entonces.
Con respecto a la prevalencia, según los datos aportados podría alcanzar a hasta un 30 por ciento en los trasplantes de riñón, e, incluso, hasta un 40-50 por ciento en los trasplantes de hígado, en relación con los estados metabólicos subyacentes de los pacientes.
"Las discrepancias en las estadísticas podrían atribuirse a una falta de consenso en los criterios de diagnóstico, Los factores de riesgo de la diabetes mellitus persistente pueden clasificarse en aquellos relacionados con el trasplante y aquellos no relacionados con el trasplante", según indicó la Dra. Archana R. Sadhu, de Weill Cornell Medicine.