Tres consejos básicos para evitar los picos de glucosa y por qué debes hacerlo
Cuidar el orden de los alimentos en las comidas, consumir carbohidratos «inteligentes» y evitar licuados y frutas en ayunas ayudan a proteger el organismo frente al efecto de la resistencia a la insulina.
¿Cuánta azúcar se debería consumir al día como máximo? Si atendemos a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) no deberíamos superar los 25 gramos diarios de azúcares añadidos, lo que equivaldría a dos cucharadas. Pero lo más frecuente es rebasar esa cantidad con creces. Algo que provoca más perjuicio para la salud de lo que se piensa, ya que el consumo elevado de azúcar afecta directamente a los órganos que ayudan a digerirlo y absorberlo en el organismo, como es el caso del páncreas. De hecho, muchos de los recientes avances en el campo de la nutrición aplicada para abordar la prevención de enfermedades señalan hacia el mismo punto: el consumo de azúcar, según asegura la dietista y coach nutricional Paola Procell (@paola_cocinasana en instagram).
La explicación reside en que detrás de la diabetes y de muchas enfermedades cardiovasculares, que son la principal causa de mortalidad a nivel global, está la resistencia a la insulina, que afecta cada vez a personas más jóvenes, según confirman los últimos datos de la OMS y que, en contra de la creencia popular, no sólo afecta a los que sufren diabetes. «Antes se creía que solo los diabéticos tenían alteraciones de la glucosa en sangre, ahora sabemos que la gente sana también puede experimentar esos picos de glucosa en sangre, que son los que descontrolan el hambre y la saciedad al afectar a las hormonas que inducen a comer y a las que no. La glucosa es una molécula importantísima. Antes de desarrollar resistencia a la insulina y diabetes, lo fundamental es aprender a comer carbohidratos de forma inteligente», argumenta Procell.
Sobre ese descontrol del hambre, la experta hace referencia los antojos descontrolados o a la ansiedad relacionada con la comida y explica que esa resistencia a la insulina es la que hace que las células no puedan absorber la glucosa de la sangre y eso es lo que puede llegar a provocar una sensación constante de hambre.
Pero además, tal como alerta la experta, problemas como trastornos del sueño, dolores de cabeza y fatiga pueden estar asociados con la resistencia a la insulina.