La diabetes, la obesidad o el colesterol están detrás del 80 % de los ingresos en unidades coronarias
El presidente electo de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, que es experto en tumores de la hipófisis, lamenta que el retraso en el diagnóstico de estos sigue siendo el mismo «que en los años 80»
Una «epidemia» de obesidad, el envejecimiento de la población, la exposición a disruptores endocrinos y otro tipo de sustancias tóxicas, así como la prevalencia de enfermedades como la diabetes, la obesidad o la hipercolesterolemia. Las patologías relacionadas con la endocrinología parecen estar cada vez más presentes en nuestra sociedad. Sobre todas ellas conversamos con Ignacio Bernabéu, presidente electo de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), médico especialista en endocrinología y nutrición en el Complexo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela (CHUS) y profesor asociado de Medicina en la Universidade de Santiago de Compostela (USC).
—¿Considera que a día de hoy están en auge las enfermedades endocrinas?
—En principio, sí. Hay que tener en cuenta que algunas enfermedades endocrinas son muy frecuentes. La primera de ellas, la obesidad. En España, entre el 50 y el 60 % de la población tiene obesidad o sobrepeso, según los estudios que existen. Es una enfermedad que, además, en el ámbito de la endocrinología, tiene mucho que ver con el desarrollo de otras patologías como la diabetes. Tenemos obesidad que es un 25 %, aproximadamente; si juntamos obesidad y sobrepeso, más de un 50 %, y luego tenemos diabetes que afecta a más de un 15 % de la población. Estamos hablando de enfermedades muy prevalentes e importantes. Además, a su vez, diabetes y obesidad están relacionadas con el desarrollo de hipertensión, hipercolesterolemia, enfermedad cardiovascular y cerebrovascular. Algo muy relevante desde el punto de vista de salud de la población.
—¿El envejecimiento de la población también influye en este auge de las enfermedades endocrinas?
—El envejecimiento es una cosa muy positiva, estamos en los primeros puestos del mundo en longevidad. Pero claro, este conlleva generalmente algún tipo de deterioro de la salud. Implica una serie de problemas de gestión y de manejo sanitario complejos. Es lo que ahora se va a llamar gestión de la cronicidad: cómo el sistema sanitario tiene que adaptarse para tener cada vez pacientes más ancianos con enfermedades crónicas y ser capaz de proporcionarles una asistencia próxima, sin que tenga que hacer grandes desplazamientos, y en la cual exista un abordaje multidisciplinar. Incluir también, dentro de lo posible, el autocuidado por parte del paciente o la educación en el caso de la diabetes o de la alimentación.
—¿Cómo afectan a nuestra salud los disruptores endocrinos?
—El primer disruptor endocrino que se identificó fue el famoso DDT. Es un plaguicida que fue el primero en detectarse y se relacionó con la disminución de la fertilidad. Desde entonces hasta ahora se han ido identificando muchas otras sustancias. Un disruptor es una sustancia que cuando interaccionamos con ella da lugar a alteraciones de la función, del desarrollo, de los distintos órganos y de los distintos ejes endocrinos. De todas las sustancias químicas que hay producidas, que son cientos de miles, se han identificado alrededor de 1.500 componentes que pueden interferir con esa función endocrina. Están presentes en todas partes: en nuestra alimentación, en cosméticos, en el suelo, en algunos animales, en productos químicos de limpieza, en pinturas… Estamos totalmente expuestos a ellos y dan lugar a muchas alteraciones.