Del Madrid a la revolución de las aulas por culpa de la diabetes
La foto que sostiene Raúl Notario en su mano derecha hace tiempo que dejó de ser en blanco y negro. El tiempo ha amarilleado el papel de periódico en el que se observa una chavalada feliz posando en la antigua redacción del Diario AS con algunos ejemplares del día. El titular de portada: “Sanz reta a Florentino”. Todos llevan el polo del Real Madrid. Algunos de esos rostros no son más que el reflejo aniñado de futbolistas hoy de élite: Roberto Soldado, Borja Valero o Laure celebraban aquella mañana la consecución del último campeonato del Cadete B. Raúl estaba entre ellos, rebosando sueños en su mirada, los mismos que se llevó por delante la diabetes cuando, con 18 años, entonces ya en el Getafe tras pasar también por el Rayo, le diagnosticaron la enfermedad que le obligó a dejar el fútbol.
Hoy su carrera habría continuado. Los tiempos (y la medicina) han cambiado. Borja Mayoral y Nacho Fernández han pasado por un trance similar al suyo. Y ahí siguen. Jugando. Compitiendo. Es más, Raúl ha trabajado con Borja en el tratamiento de su diabetes. “Estudiábamos su glucemia día a día. También conocía su menú. Eso, combinado con su entreno, me daba opción a recomendarle una dosis de insulina para rendir a tope sin problemas. Lo hacíamos en su época en el Madrid. Ahora se controla genial”, revela sobre una dolencia, la diabetes, que en 2004 fue suficiente para cercenar el futuro de Raúl, al que en la foto que acompaña este texto le vemos en la fila de arriba, el tercero desde la derecha.
“Me tocó replanteármelo todo. Está mal que lo diga, pero en las canteras del fútbol español, lo importante es competir. De los estudios, olvídate. En esos años ni tú le das importancia a formarte, ni los clubes te obligan a que lo hagas. Afortunadamente pude reorientarme hacia la vida universitaria”, comenta ya con 34 años convertido en director del área de deportes de la Universidad Alfonso X el Sabio, desde donde trabaja para evitar que casos como el suyo deriven en fracaso vital. Donde fomenta la vida más allá del balón… aunque con él como excusa.