Cuando un ladrido puede salvar una vida
Esta es la historia de la turiasonense María García y de su ángel de la guarda, que en este caso es una pequeña perrita que le ha salvado la vida en numerosas ocasiones. Desde los once años, María padece diabetes de tipo I, por lo que se tiene que inyectar insulina todos los días en el desayuno, la comida y la cena.
En los últimos años le ha resultado más difícil controlar su enfermedad. "Estaba muy baja y por las noches me dormía, alcanzando una inconsciencia peligrosa que puede derivar en un estado de coma. Esto me creaba mucha ansiedad y ni mi marido ni yo dormíamos tranquilos, siempre pendientes de si me podía pasar algo", recuerda.
Empezó a buscar ayuda y encontró a la Fundación Canem de Zaragoza, donde adiestran perros de alerta médica. Son animales específicamente seleccionados, educados y adiestrados para detectar las hipo y las hiperglucemias de la diabetes y las crisis de desconexión sensorial de la epilepsia. Los llaman los dulces protectores. "Al principio me sorprendí de que un perro pudiera marcar las subidas y bajadas de azúcar, pero la verdad es que es una seguridad. Te avisa con tiempo para que estés prevenida y puedas poner remedio", explica la turiasonense.