La insulina para la diabetes tipo 1, ahora en pastillas
Los pacientes con diabetes tipo 1, una enfermedad crónica causada por la destrucción por el sistema inmune del propio paciente de las células beta de los islotes del páncreas, responsables de la producción de insulina–, están de enhorabuena. Y es que investigadores de la Facultad John A. Paulson de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Universidad de Harvard en Cambridge (EE.UU.) parecen haber diseñado, por fin, la ansiada pastilla de insulina.
La insulina es la hormona responsable de que las células capten la glucosa de la sangre para producir energía, el torrente sanguíneo acaba portando un exceso de glucosa, lo que puede acabar provocando daños en múltiples órganos del cuerpo, caso entre otros de los ojos –retinopatía diabética– y de los riñones –nefropatía diabética–. De ahí la necesidad, vital, de que los pacientes controlen sus niveles de glucosa en sangre mediante la administración de insulina, ya sea con inyecciones o con ‘bombas’. Ahora, es posible que haya una alternativa mucho más cómoda y menos dolorosa.
Como explica Samir Mitragotri, director de esta investigación publicada en la revista «Proceedings of the National Academy of Science», «la terapia con insulina, ya sea mediante una inyección justo vado la piel o administrada por una bomba de insulina, por lo general mantiene controlados los niveles de glucosa en la mayoría de las personas con diabetes. Sin embargo, son muchos los pacientes que fracasan a la hora de adherirse a estos tratamientos debido al dolor, la fobia a las agujas y las interferencias con sus actividades cotidianas. Un aspecto a tener muy en cuenta dado que el mal control glucémico puede conllevar complicaciones graves para la salud».
Carrera de obstáculos
Los científicos llevan décadas diseñando pastillas de insulina para el tratamiento de la diabetes. Sin éxito. Y es que una vez la píldora alcanza el estómago, los ácidos estomacales suelen destruir la hormona, que además no se absorbe demasiado bien en el intestino. Entonces, ¿cuál podría ser la solución? Pues en opinión de los autores, debería incluirse la insulina en un líquido iónico de colina y ácido geránico y recubrir el conjunto con una cubierta entérica resistente a los ácidos. Una formulación que, además de biocompatible, sería fácil de fabricar y podría ser almacenada a temperatura ambiente durante más de dos meses –lo que aún no se puede hacer con las inyecciones de insulina disponibles–. Dicho y hecho.
Como indica Samir Mitragotri, «una vez ingerida, la insulina debe atravesar una dura carrera de obstáculos antes de ser absorbida eficientemente en el torrente sanguíneo. Y nuestro método es como una navaja suiza, con una píldora con herramientas para afrontar cada uno de los obstáculos que se va encontrando».