Nacho Fernández: "Con 12 años me diagnosticaron la diabetes y me dijeron que tenía que dejar el fútbol"
El central blanco se ha formado en la cantera del Real Madrid
- "No sé si aún les he agradecido a mis padres todo el esfuerzo que han hecho"
- Disciplina y constancia han sido las bases para enfrentarse a la enfermedad
- Reconoce que sólo le quita el sueño una cosa: "Perder un partido"
Nacho Fernández (Madrid, 18 de enero de 1990) dice casi más con los silencios y los gestos que con las palabras. La discreción la lleva a gala y la efectividad le ha situado en lo más alto. Coqueto, tranquilo y extremadamente educado, el central del Real Madrid convive con naturalidad con el estrés que supone jugar en la elite del fútbol. "Es obligatorio aprender a gestionarlo. La presión a la que estamos sometidos es muy grande". Es miércoles, en la Ciudad Deportiva de Valdebebas el sol no da tregua y la final de la Copa de Europa de Kiev se huele en el ambiente. "Tengo ganas ya de que ruede el balón y de llegar de la mejor forma posible". Cuando se publiquen estas líneas, digiriendo la gloria o la derrota, habrá que mirar ya al Mundial de Rusia, su otro gran reto este año.
Nacho, como se le conoce, llegó a la cantera blanca en 2001. De Alcalá de Henares, donde vivía y vive, a la ciudad Deportiva. "No sé si aún les he agradecido a mis padres todo el esfuerzo que hicieron aquellos años con mi hermano pequeño -Álex Fernández, también futbolista- y conmigo", confiesa ante la atenta mirada de Chema, su padre y representante. "Mi madre nos traía a entrenar durante la semana. Al final, afectaba a la logística de toda la familia". Su hermana más de una vez tenía que hacer los deberes en el coche mientras ellos crecían con el balón. Desde que entraron en el Madrid, los fines de semana se organizaban según la agenda de partidos.
Fue en esa época, "con 12 añitos", cuando la vida le obligó a madurar de golpe. "Era viernes e íbamos a un torneo. Recuerdo que hacía mucho pis y bebía mucha agua". Su madre no tenía buenas vibraciones y decidió llevarle al médico. Diagnóstico: diabetes de tipo 1. "Me tuve que quedar ingresado en el hospital varios días y lo peor es que me perdí el torneo". Fútbol, por encima de todo. Pero lo peor estaba por escucharse: "La doctora que me atendió me dijo que no iba a poder jugar al fútbol nunca más". Aquello eran palabras mayores. "Fue el peor fin de semana de mi vida sin duda". La noticia cayó como una bomba en la familia. "No sabías muy bien lo que suponía, no había mucha información, tampoco te hablaban claro...", recuerda su padre. "Al final fuimos nosotros los que indagamos, preguntamos a distintos médicos... Fue duro".