Bartolomé Burguera: «Ningún gobierno es suficientemente valiente para combatir la obesidad»
l compostelano Bartolomé Burguera es directivo del Instituto Nacional de Investigación sobre Diabetes y Obesidad en el Estado de Misisipi, para reducir estos problemas de salud, pues «es donde hay la más alta prevalencia en Estados Unidos. El último año actuamos con proyectos de investigación, educación y programas con impacto en la población, con ayuda del Estado», explica. Estudió Medicina en Santiago y se especializó en endocrinología en la Clínica Mayo y en medicina interna en un hospital de la Universidad de Yale. Recibió el premio de la Asociación de Médicos Gallegos de Madrid (Asomega) que valora como «muy emotivo, me da oportunidad de ver a muchos antiguos compañeros y profesores», dice.
-¿Cómo valora sus casi tres décadas dedicadas a la obesidad?
-Mi interés principal son los pacientes con obesidad severa, de quienes solo un 1 % reciben cirugía bariátrica, que sería su tratamiento óptimo; para el resto no hay solución adecuada. Son pacientes con un índice de masa corporal [se obtiene al dividir el peso por la altura al cuadrado] de 40 o más, con muchos problemas de salud. Nadie desea encargarse de ellos, por ser muy complicados. Llevo varios años tratando de desarrollar herramientas que puedan serles útiles.
-¿Qué herramientas son esas?
-Programas de nutrición, actividad física personalizada o utilizar medicamentos para reducir el apetito. Llevamos un análisis detallado de factores de estrés y depresión, con un equipo interdisciplinar, desde hace 4 años. Y ahora incluso podemos ver a los enfermos de forma virtual.
-¿Cómo lo hacen?
-A través del ordenador, en línea, consultamos desde su casa a pacientes con problemas de movilidad. El último trimestre incluso desarrollamos este programa en grupo, algo muy novedoso.
-¿Crece el colectivo de pacientes con obesidad mórbida?
-Si, es el grupo de pacientes con obesidad que más crece. En España son un 3-4 %; en Estados Unidos un 8 % y suponen unos 15 millones de personas. Son quienes consumen mayores recursos sanitarios. Se gasta una parte muy importante del presupuesto de salud en tratar las consecuencias de la obesidad, como diabetes, hipertensión, hiperlipidemia, apnea del sueño, depresión, enfermedad coronaria y otras, que son las que llevan al paciente al médico; pero prácticamente nadie se preocupa de que descienda su peso y mantenerlo. Si nos esforzásemos en eso las cosas funcionarían mejor. La prueba es que estamos perdiendo la batalla contra la obesidad, porque no se invierte en tratarla y en prevenirla, sino en sus consecuencias y en paliar sus daños. Ocurre en todo el mundo. Hay que tratar la obesidad, pues al perder peso todas sus consecuencias mejoran.
-¿Y cómo se consigue eso?
-A través de pequeños cambios progresivos, y manteniéndolos. Influyen el dormir bien y suficiente, el estrés y buenos hábitos de vida. Y hay que utilizar medicamentos para disminuir el apetito. La obesidad es una enfermedad crónica y requiere un tratamiento crónico.
¿Se podrá cambiar la dinámica y vencer la obesidad?
-Va a ser muy difícil revertir el problema de la obesidad, y de hecho no lo hemos conseguido en los últimos 30 años, si no se ponen en marcha programas que se centren en tratar lo que lleva a esa obesidad, que no es solo culpa del paciente por comer mucho y hacer poco ejercicio, es mucho más que eso. Exige un programa interdisciplinar mantenido con inversión y tratando de controlar los factores que llevan a una persona a tener un apetito superior a lo que se considera normal. Es complicado. Ningún gobierno es suficientemente valiente para combatir la obesidad, porque creen que será demasiado caro, cuando lo caro es no controlarla.
-¿Disminuirá la esperanza de vida a causa de la obesidad?
-Ya ocurre, hay estudios que lo demuestran. Si no lo evitamos, las nuevas generaciones tendrán una esperanza de vida menor.
-¿Por qué es tan difícil para un obeso perder más del 10 % de peso?
-Al perder un 5 % de peso, el cerebro busca mecanismos compensadores para evitarlo. A lo largo de la evolución, el ser humano ha tenido que luchar con la falta de alimento, pero ahora ,por primera vez probablemente en los últimos 50 años, se encuentra en una situación de abundancia. Eso permite acumular grasa y nuestro cuerpo no quiere desperdiciarla. Por eso, al empezar a perder peso hay mecanismos compensadores y hormonas que lo incrementan.