Así educan a perros capaces de oler subidas y bajadas de azúcar
Cini, que significa azucarada en hindi, es una jack russel terrier que lleva más de tres años viviendo junto a Lidia, una joven zaragozana a la que diagnosticaron diabetes del tipo uno a los cinco años. Su páncreas dejó de producir insulina de una forma natural después de que a esa edad sufriese escarlatina. Desde ese momento su día a día cambió por completo y se tuvo que acostumbrar a vivir conectada a una bomba de insulina, que le proporciona durante el día la glucosa que su cuerpo necesita.
Lidia trabaja en Canem, una entidad aragonesa que centra su actividad en el adiestramiento canino con el objetivo principal de “mejorar la calidad de vida de los usuarios que eligen disfrutar de la convivencia con un perro de asistencia. Lo hace junto con el responsable del centro, Paco Martín, que fue quien adiestró en su momento a Cini tras dos décadas de experiencia en el sector.
“El olor que detectan los perros es una sustancia que se denomina isopreno, que está presente en todas las hipoglucemias. A través de una serie de ejercicios rutinarios que realizamos con contenedores y muestras vamos haciendo que el perro aprenda a identificar y discriminar a través del ladrido cuando se produce uno de estos olores”, relata Martín, quien aclara que también se enseña a los canes a realizar esos marcajes durante las hipoglucemias e hiperglucemias de “manera muda”. Es decir, el perro no avisa con un ladrido, sino mordiendo una especie de cinta atada a su collar.