Silvia Sarabia
Profesora
Silvia es profesora y hace no mucho tiempo decidió emprender un camino por las redes sociales para dar a conocer la diabetes. Como su usuario lo anticipa: “novataendiabetes”, su objetivo es llegar a esas personas que conocen poco de la diabetes, que se sienten solas en este camino y que buscan aprender un poco más. En esta entrevista nos cuenta un poco más sobre este viaje.
No he tenido un debut en sí. Yo era donante de sangre, me hacía mis revisiones ginecológicas y de vista. Entonces, la analítica del trabajo no me la hacía, porque me encontraba fuerte y estaba bien. Pero tuve un presentimiento y pensé: “uy, pues nunca me he mirado el azúcar”. Cuando voy a recoger los resultados, me hacen un capilar y 250. Pienso: ¿pero eso es mucho o poco? Y el médico me dice: “eres diabética”. Lo primero fue estupefacción, “¿yo, de qué? ¿Eso no se hereda? ¿No es por malos hábitos?” El médico me diagnosticó diabetes tipo 2, pero me hice una prueba de anticuerpos y ya di positivo en tipo 1. Lloré como una magdalena, pero yo no me sentía enferma. Entonces, en internet leí sobre los estadios, primero de negación hasta que ahora estoy en mi proceso de aceptación, aunque no todos los días son de color rosa.
El cambio fundamental en mi día a día es que ahora parte de mi tiempo libre lo dedico a investigar sobre mi nueva condición, ser una persona con diabetes. Además, he tenido que adquirir nuevos hábitos, el sensor, tener que contar los hidratos, pero ha sido poco a poco y yo todavía estoy en luna de miel, porque mi páncreas a veces funciona.
Lo primero que hice fue buscar si había una asociación en Murcia, porque necesitaba tener la información de primera mano. En la Asociación Murciana para el Cuidado de la Diabetes (ADIRMU) iba a todas las charlas de los miércoles. Al principio, lo llevaba fatal, porque yo miraba a la nutricionista, con su perfecto páncreas hablándome a mí de que, si la glucosa es simple o es compleja, me costaba entenderla. En ese momento, empecé a seguir a la asociación y a otras personas con diabetes en Instagram, y así fue como empecé a irme familiarizando con la diabetes.
Se me ocurrió hacer unos bailes, porque los profes siempre intentamos enseñar, aunque no queramos, es una deformación profesional. Lo que iba aprendiendo, lo iba publicando para la gente de a pie. Me siento útil, hacia mí misma, porque cuando yo intento transmitir algo es porque previamente lo he asimilado y yo he adquirido ese conocimiento. Después, por la relación con la gente que me pregunta. Esa sensación de ser útil para mí misma y al mismo tiempo para el resto, es fantástica. Esta es la razón por la que sigo con Instagram.
He aprendido que hay ciertas cosas que no hay que mantener en secreto, como tener diabetes. Lo mejor que podemos hacer y lo que he aprendido es a compartirlo. Para que si alguien siente que no entiende qué le está pasando que sepa que no está solo, que por ahí hemos pasado todos y que somos un poco salvavidas unos de otros ante el desconocimiento y desesperación de decir “¿Cómo que estoy enfermo?”. Para mí, lo más importante es no estar solo, nos tenemos unos a otros y no hay que ocultar ni avergonzarse. Si yo estoy en un concierto y me tengo que poner insulina, me la voy a poner. No me exhibo, pero no me escondo.
No tengo ningún alumno diabético y todos conocen qué es la diabetes, saben que si me desmayo, jamás me tienen que poner insulina. Ellos tienen que saber que es una realidad, porque hay más diabéticos que pelirrojos en el mundo. Mi propia familia está aprendiendo conmigo, pues no me gustaría que nadie se diese el golpe que me di yo de desconocimiento total.
El bulo principal es que no se puede comer de todo. Si se puede, otra cosa es que se deba o en qué cantidad. El otro es “tienes diabetes, como mi abuela”, ese miedo es un bulo, porque no todas las diabetes son iguales, ni todos los cuerpos. Una diabetes controlada no va a hacer que te quedes estancado, para eso tenemos los tratamientos, las nuevas tecnologías, los médicos y toda la gente que está para apoyarnos.
Estoy rodeada de gente que no me tratan como ‘pobrecita’. Mi marido el otro día me trajo un whopper, en ese momento recurrí a un grupo que tengo y a las tablas nutricionales, y me sentó fantásticamente bien. Ya sé contar raciones y mi alimentación ha cambiado, pero no en exceso.
Echo de menos que digan que no hay dos diabetes iguales.