Novedades terapéuticas en diabetes
Asesor Médico de la Fundación para la Diabetes. Especialista en Endocrinología del Hospital Clínico de Madrid.
A menudo se plantea la pregunta de si se investiga lo suficiente sobre diabetes y hay una demanda continua de nuevos tratamientos que consigan un mejor control de la enfermedad e, idealmente, la curación. En concreto, se habla de tratamiento con células madre, terapia génica, optimización de los trasplantes del páncreas (completo o de las células que segregan la insulina),…
Aunque en los últimos tiempos no ha habido ningún descubrimiento que podamos considerar como un hito en el tratamiento de la diabetes, sí que hay una serie de medicamentos interesantes, tanto para las personas que presentan diabetes tipo 1 como para los afectados por diabetes tipo 2.
Hay una nueva familia de antidiabéticos orales, los llamados “inhibidores SGLT2”, cuyo primer representante, la dapagliflozina, está a punto de ser comercializado. Su mecanismo de acción es totalmente novedoso, actuando a nivel renal, bloqueando la reabsorción de glucosa por este órgano, con lo que la glucosa se pierde por la orina. Una ventaja importante es que ayuda a controlar el peso, lo que en la diabetes tipo 2, con un 85 % de pacientes con exceso de peso, supone un efecto muy favorable. También podríamos citar entre las ventajas el no producir hipoglucemias y el ayudar a controlar la hipertensión, muy frecuente en la diabetes tipo 2.
También merece una mención el grupo de análogos de GLP-1. En la actualidad contamos con dos representantes de este grupo, el exenatide (se inyecta dos veces al día) y el liraglutide (una vez al día). El candidato ideal a recibir este tratamiento es la persona con diabetes tipo 2 y obesidad, ya que disminuye la glucemia y también el peso, además de manera significativa. También cabe destacar que su mecanismo de acción hace que sea muy raro que se produzcan hipoglucemias. Actúan estimulando la secreción de insulina “si lo exige el guión”, es decir, si se produce un incremento de la glucemia (habitualmente tras las comidas). Este mecanismo es complementario al de las insulinas prolongadas (detemir y glargina), por lo que su asociación es muy eficaz. También combina muy bien con los antidiabéticos orales de los llamados sensibilizadores, es decir, que aumentan la eficacia de la insulina existente (metformina y glitazonas). Los pacientes se verán aún más beneficiados si en un futuro próximo se comprueba la seguridad y eficacia de otros miembros de esta familia de medicamentos de larga duración, que sólo tendrían que inyectarse una vez a la semana.
En relación con la duración de acción no podemos olvidarnos de la insulina degludec, que es la única insulina prolongada que garantiza que la duración será de 24 horas, por lo que sólo habrá que inyectarla una vez al día, a diferencia de lo que sucede con las dos insulinas prolongadas que existen en la actualidad, detemir y glargina, que en la mayoría de pacientes no llegan a cubrir las 24 horas (es más probable que lo consigan los pacientes muy obesos y que se ponen dosis altas). Esta insulina ya ha sido aprobada en cuatro países, aunque ninguno de ellos es España, donde esperamos que no tarde mucho en comercializarse. En el extremo opuesto, los análogos de insulina rápida son más rápidos que las insulinas rápidas tradicionales pero no llegan a reproducir el perfil de acción de la insulina que segrega el páncreas de las personas no diabéticas. Aunque todavía no disponemos de ninguna insulina que supere en velocidad de acción (y también en velocidad de desaparición de la misma) a los 3 análogos de ultra-rápida, es decir, a las insulinas aspártica, lispro y glulisina, hay ensayos clínicos en fase avanzada que nos hacen pensar en que no tardaremos mucho en disponer de estas insulinas más rápidas que los análogos actuales.
También los pacientes tratados con bombas de infusión continua de insulina pueden contar con versiones cada vez más avanzadas de estos dispositivos que, a día de hoy, son los que mejor imitan el comportamiento del páncreas de las personas no diabéticas. Lo mismo cabe decir de los dispositivos de monitorización continua de insulina, cada vez más fiables y de mayor duración. La suma de un medidor de glucosa acoplado a una bomba de insulina sería la bomba de insulina de asa cerrada o páncreas artificial, donde el medidor mandaría la información a la bomba que segregaría la dosis de insulina correspondiente de manera autónoma. Esto se ha conseguido ya para el control nocturno, pero la interferencia de la actividad física y la toma de alimentos, situaciones en las que el nivel de glucosa cambia rápidamente, hacen muy difícil el ideal de “cerrar el asa” y crear el páncreas artificial.
En definitiva, con las novedades anteriormente mencionadas nos hemos referido a lo que ya está disponible y comercializado, aunque no todavía en España, o a lo que pensamos que se va a conseguir a corto plazo. Aparte de ello, hay múltiples vías de investigación en las que se invierte gran cantidad de recursos y de esfuerzo en busca de tratamientos que mejoren el control y eviten las complicaciones de la diabetes.