Su privacidad es importante para nosotros

Utilizamos cookies propias y de terceros que permiten el funcionamiento y la prestación de los servicios ofrecidos en el Sitio web, así como la elaboración de información estadística a través del análisis de sus hábitos de navegación. Al pulsar en Aceptar consiente expresamente el uso de todas las cookies. Si desea rechazarlas o adaptar su configuración, pulse en Configuración de cookies. Puede obtener más información en nuestra Política de Cookies.

  • Cookies necesarias Las cookies necesarias ayudan a hacer una página web utilizable activando funciones básicas como la navegación en la página y el acceso a áreas seguras de la página web. La página web no puede funcionar adecuadamente sin estas cookies.
  • Cookies de estadística Las cookies estadísticas ayudan a los propietarios de páginas web a comprender cómo interactúan los visitantes con las páginas web reuniendo y proporcionando información de forma anónima.
  • Cookies de marketing Las cookies de marketing se utilizan para rastrear a los visitantes en las páginas web. La intención es mostrar anuncios relevantes y atractivos para el usuario individual, y por lo tanto, más valiosos para los editores y terceros anunciantes
General   Fundación para la Diabetes

La alimentación en personas con movilidad reducida

Asier Martínez Por: Asier Martínez
Dietista-Nutricionista, Máster en Nutrición Clínica, Doctor en Investigación Clínica y Profesor de la Universidad de Alicante
Temas: Obesidad
Fecha:

Cuando hablamos de alimentación en personas con movilidad reducida, resulta difícil acotar o establecer unas pautas únicas y generales debido a que cada caso es diferente ya que hay que tener en cuenta factores como la edad, el sexo, el nivel de actividad y otras enfermedades asociadas. Por tanto, a lo largo de este artículo vamos a centrarnos en desarrollar lo que si es común a la mayoría de personas que padecen movilidad reducida y que tiene que ver con una reducción de su gasto calórico diario asociado a su inactividad.

Hay que tener en cuenta que lo que hace que mantengamos un peso saludable y una mejor composición corporal tiene mucho que ver con la relación entre la energía que gastamos y la energía que ingerimos a través de los alimentos. Así, cuando ingerimos más kilocalorías de las que nuestro cuerpo gasta tendremos sobrepeso u obesidad y este exceso de peso graso se asocia a enfermedades como la diabetes tipo 2, hipercolesterolemia, hipertensión, incluso algunos cánceres.

Por eso,  si queremos estar sanos es de vital importancia mantener un equilibrio entre nuestra actividad física y lo que ingerimos. Sin embargo, a las personas con movilidad reducida se les plantea la complejidad de que su gasto calórico por actividad física se ve muy reducido y, en muchos casos, se puede traducir en problemas como el sobrepeso, la obesidad, riesgo cardiovascular (infartos e ictus) y otras enfermedades.  

De esta manera, es muy relevante que estas personas y las personas que se dedican a su cuidado aprendan acerca de lo que es una alimentación saludable para poder adecuar la dieta a sus necesidades y así prevenir el aumento de peso, la pérdida de masa muscular, la aparición de otras enfermedades y facilitar la movilidad de ellos para su cuidado e higiene.

 

¿Cómo reducir calorías en la alimentación?

El mayor reto al que se enfrentar las personas con movilidad reducida, familia y cuidadores, es el de satisfacer los gustos y preferencias de estas personas sin que pasen hambre y sin que se pasen consumiendo más calorías de las que realmente necesitan.

No es sencillo plantear una dieta baja en calorías, nutritiva, interesante y equilibrada a la vez. Para ello se debe leer y aprender acerca los macronutrientes (proteínas, grasas e hidratos de carbono), los alimentos y la combinación de estos.

Para conseguir que la persona quede saciada, debemos combinar en cada una de las comidas fibra, proteínas, algo de grasas en cantidad controlada (son más calóricas que las proteínas y los hidratos de carbono) y cantidades ajustadas de hidratos de carbono. Los hidratos de carbono y las grasas nos aportan energía para la actividad física, pero el ritmo de vida de las personas dependientes o con movilidad reducida requiere de poca energía. Por lo tanto, los elementos sobre los que tenemos que tener un mayor control son las grasas y los hidratos de carbono (especialmente los azúcares). Evitando los azúcares añadidos y reduciendo los hidratos de carbono y las grasas, vamos a reducir en gran medida las calorías de la dieta.

 

Prevención y recuperación de las ulceras por presión

En muchas ocasiones, las personas con una reducción en su movilidad tienen mayor tendencia a padecer ulceras por presión, debido a mantener el cuerpo durante horas en una misma postura presionando zonas específicas sobre el colchón, el sofá o la silla de ruedas. Estas heridas o lesiones en la piel son muy peligrosas debido a que requieren de curas específicas y pueden desembocar en infecciones que pueden llevar incluso a la muerte a la persona que las padece. 

A parte de otros cuidados recomendados, como masajes y cremas hidratantes, con la alimentación también podemos favorecer la recuperación de estas lesiones aumentando y asegurando la cantidad de proteínas, vitaminas y minerales que necesita la persona para crear nuevos tejidos.

Aumentaremos la proteína aportando en cada una de las comidas alimentos como lácteos, carnes, pescados, huevos y legumbres. Además de beber suficiente agua, mínimo un litro y medio al día, y consumir frutas y verduras que proporcionan las vitaminas y minerales para la construcción de nuevos tejidos.

 

Problemas de estreñimiento

El estreñimiento es muy común en personas encamadas o con algún tipo de diversidad funcional que impida su movilidad, por tanto, debemos ver de qué manera podemos reducir o evitar este estreñimiento a través de la alimentación, intentando evitar en la medida de los posible los medicamentos (en algunos casos es inevitable incluso respetando las siguientes pautas).  

Hay tres factores clave que influyen en que las heces sean más fluidas y recorran con más facilidad el intestino grueso. Estos factores son: el agua, la fibra y, en menor, medida las grasas. El agua y la fibra hacen un doble efecto hidratante de las heces generando una especie de gel. Por lo tanto, es de vital importancia la hidratación de estos pacientes (1,5 litros de agua mínimo diario), además de asegurar un consumo diario de un par de frutas y al menos una ración de verduras y hortalizas que también contienen agua además de fibra. En cuanto a las grasas, las controlaremos, pero deben provenir del aceite de oliva, los frutos secos y, puntualmente, del aguacate o los pescados.

 

Problemas de masticación

Con cierta frecuencia las personas con movilidad reducida pueden presentar una falta de dentición, una masticación débil y, en algunos casos, disfagia (fallo en el reflejo de la deglución que favorece el atragantamiento). Por estas razones, si detectamos problemas en la masticación debemos adaptar la dieta con alimentos blandos fáciles de masticar y partir (lácteos y derivados desnatados, huevo, pescado, carnes picadas, carnes blandas como carrillera o pechuga de pavo en lonchas, verduras hervidas o asadas, patata o boniato hervido o al horno, legumbres bien cocinadas, sopas, pan de molde integral, plátano o frutas asadas) combinando con algún triturado para que no sea demasiado monótona la dieta (siempre triturado es muy aburrido y desmotivador) .

En caso de que la persona padezca disfagia debemos evitar los líquidos (espesando todo con espesante preparado para esto) y los sólidos, optando por triturados no muy líquidos o texturas tipo pudin o cuajadas como el yogur o la compota de fruta natural.

Y, a continuación, para facilitaros la labor de elegir los alimentos os proponemos una lista de tanto los alimentos que no deben estar como los que son imprescindibles para llevar una alimentación sana y baja en calorías:

Alimentos que deben estar sí o si

  • Frutas (dos piezas al día)
  • Verduras y hortalizas (dos raciones diarias)
  • Leche semidesnatada (a diario), yogures desnatados (a diario) y quesos frescos (fresco 0% o mozzarella light) o de untar light (dos o tres veces a la semana)
  • Carnes magras (dos veces a la semana, optando por pollo o pavo y evitando chorizos, salchichones, morcilla, mortadela, salchichas, beicon, pancetas y chuletas)
  • Pescados (dos o tres veces a la semana)
  • Huevos (4-5 a la semana)
  • Legumbres (un par de veces a la semana incluyendo platos tradicionales, ensaladas o humus)
  • Patata y boniato (un par de veces a la semana)
  • Pasta y arroz integral (un par de veces a la semana)
  • Pan integral (puede ser a diario, pero en poca cantidad, 40-50g)
  • Cereales integrales del desayuno sin azúcar añadido (hay algunas opciones en supermercados y también avena)
  • Aceite de oliva (a diario, pero en poca cantidad, un par de cucharadas grandes al día)
  • Frutos secos (tres o cuatro días a la semana, pero en poca cantidad, 30g o un puñado pequeño)
  • Chocolate del 85 o 95% (tres o cuatro días a la semana, pero en poca cantidad, media onza)

 

Alimentos a evitar (consumo de una vez a la semana alguno de ellos)

  • Dulces o bollería (galletas, palmeritas, croissant, bizcochos, chocolates con azúcar)
  • Pan blanco
  • Turrones o dulces navideños
  • Chucherías
  • Bebidas con azúcar (zumos, cafés, batidos, refrescos)
  • Quesos semicurados y curados o franceses
  • Embutidos (chorizos, salchichones, mortadela, salchichas) o carnes grasas (hamburguesas, panceta, salchichas, beicon)
  • Frituras (croquetas, empanadillas, rebozados)
  • Productos procesados y precocinados (pizzas, paninis, napolitanas, empanadillas, cocas de mollitas, saladitos, sopas instantáneas)
  • Patatas fritas o chips
  • Salsas (mayonesa, picantes con azúcar, teriyaki, de soja, kétchup, tomate frito)
  • Alcohol