Dani Albero
Piloto de rallies
Dani Albero, primer piloto con diabetes en haber corrido y terminado el Dakar. Él inspira a otras personas con diabetes, demostrando que, con diabetes, sí se puede. En esta entrevista nos cuenta cómo fueron sus comienzos en el deporte, los retos que supone una carrera como el Dakar y sus próximas metas.
Es evidente que cuando yo debuté con diez años me faltaron muchas cosas. No conocía a ninguna persona con diabetes y en ningún sitio se hablaba de la diabetes. Lo que sí eché mucho en falta fue un referente en el que apoyarme y pensar que iba a tener un futuro, pues al principio mi autonomía era muy limitada.
Desde muy pequeño, ya les pedía a los Reyes Magos coches y motos. Además, siempre me sentaba a ver los deportes de motor los domingos por la mañana. Luego, empecé en el mundo del aeromodelismo. Me dedicaba sólo a construir los aviones, pero no salía a volarlos porque mi autonomía estaba muy limitada y no teníamos mucha información sobre la diabetes. Entonces, mi madre me tenía lo más controlado posible.
En cuanto cumplí los 15 años, empecé a querer volar los aviones que construía. Ya llevaba la gasolina en las venas y empecé a recoger motos viejas. En aquella época, cuando ya tenía acceso a vehículos y con las pocas herramientas que yo disponía las hacía funcionar. Por ejemplo, una moto que tenía mi padre conseguí restaurarla, pero cuando empezaba a salir con ella, ya a mis padres nos les gustaba tanto.
Más tarde, me enfrenté a mitos como que en las personas con diabetes las heridas tardan mucho más en curarse. Aun así, conseguí comprarme una moto con el dinero que ganaba tocando la trompeta. Y, por otro lado, tenía un primo que corría en motocross y con 16 años ya le ayudaba de mecánico.
Empecé mucho más tarde que todo lo anterior que he contado. Cuando ya estaba trabajando, empecé a conocer gente del mundo del enduro y conocí a Trafic 3 que se dedicaban a correr el campeonato de España. Entonces, corrí uno con ellos entre 2004 y 2005, y alguno más. Eso sí, sin decir en ningún momento que era diabético porque no me hubiesen dejado competir. Han sido escalones que hemos tenido que seguir derribando, también para que ahora la gente pueda presentarse a la federación y sean admitidos.
Luego, tuve que parar, porque abrí un restaurante. Aunque siempre tenía una moto por casa, no fue hasta la crisis del 2012, en la que perdimos el restaurante y falleció un hijo de muerte súbita, cuando me replanteé todo ya que lo que pasó supuso un cambio fuerte en mi vida. Un día estaba viendo en la televisión un programa en el que alguien le preguntó a Rafa Tibau si una persona con diabetes podría correr una competición como el Dakar y él respondió que sí. A partir de ahí, me animé a intentarlo y nos centramos en esta competición.
Sin medios, sin dinero y sin conocer a nadie. La primera entrevista que me hicieron en un periódico local la titularon así: “Un loco diabético quiere correr en el rally Dakar”. Nos costó seis años alcanzar el primer Dakar, porque tenían que creer que una persona con diabetes podía hacerlo. Después de haber corrido una inmensidad de carreras en España, campeonatos internacionales como el rally en Marruecos o el rally en Grecia, todavía la organización pensaba que no era suficiente por el riesgo que había. Entonces, me propusieron correr varias carreras con ellos, entre ellas, el Merzouga rally y terminamos sin problemas.
Lo mío no es terminar ni el primero ni el segundo, sino llegar a meta con el mejor estado físico posible. De nada me vale ganar un Dakar si me da una hipoglucemia y me quedo en el camino. Tuvimos que dejar de lado el ser el piloto más rápido, para trabajar en el cuidado de la diabetes. Nos costó tres años llegar a la meta del Dakar, fuimos aprendiendo de la carrera y cada vez intentamos encontrar una mayor zona de confort dentro de la diabetes.
Con esta idea, conseguimos terminar en el puesto número 63 de 140 pilotos con un trabajo constante. Como la vida de una persona con diabetes, tenemos que estar siempre pendientes. Es continuo y en carrera, más. La bomba la tenemos que estar mirando todo el día, el glucómetro o el boli inteligente.
Todo. El sello Dakar es sinónimo de dureza y deporte extremo. Ahora lo cuento con felicidad, pero no dejo de pensar que sufrimos, hizo frio, llovió casi cada día, eran etapas muy largas y, este año, el trazado ha sido aún más complicado. Por ejemplo, para cambiar el catéter o poner la insulina, el hecho de no poder tener un refugio con buenas condiciones, sino unas tiendas de campaña, lo complica todo. No es una queja, sino la realidad.
Vamos a volver. La novedad de este año es que vamos a hacer un proyecto 100% verde. Hemos calculado la cantidad de moléculas de carbono que generamos desde la salida de casa y lo vamos a compensar repoblando de árboles una zona de incendios en la Comunidad Valencia. Con plantar 10 árboles sería suficiente, pero vamos a multiplicarlo por 10 y vamos a repoblar con 100 árboles.
Cuando una persona con diabetes entra en una familia, todos los familiares tendrían que volcarse para ayudarlo en el proceso. Como ejemplo, en mi caso, el logro no es mío. Dani Albero es la cara visible, pero los verdaderos héroes son los que están a mi lado y creen en mí, mi familia, mis hijos y mi mujer, los amigos y mis seguidores.
Mi consejo es siempre el mismo: que no se frenen. Lo que está más que demostrado es que nosotros nos ponemos nuestros propios límites, porque la diabetes ya no los tiene. Por supuesto, es importante que el entorno que rodee a la persona debutante, lo cuiden mucho, pues seguro que va a conseguir todos aquellos sueños que se proponga. Lo que no pueda conseguir no va a ser por culpa de la diabetes, eso lo tengo claro.