Deporte y diabetes también en verano
Dietista-Nutricionista e Investigador del CIBERDEM (Hospital Clínic de Barcelona)
En el verano los días se hacen más largos, suben las temperaturas y se suele disfrutar de más tiempo libre para practicar ejercicio físico o deportes. Es una excelente oportunidad para mejorar la forma física, probar nuevos deportes o dedicar más tiempo a aquella actividad que tienes un poco abandonada durante el año.
En todos estos casos es posible que se presenten situaciones a resolver. Aquí te avanzamos las más habituales:
¿Empiezas a hacer deporte?
Existen muchos factores que influyen sobre el consumo de glucosa durante el ejercicio físico. Normalmente se tiene en cuenta la intensidad, la duración o la frecuencia con la que se practica una actividad. No obstante, a veces se olvida un factor importante: el estado de forma de cada individuo.
Sabemos que una persona muy poco entrenada utiliza más cantidad de glucosa para realizar una misma actividad que otra persona muy preparada.
Este aspecto es imprescindible para aquellos que empiecen a hacer ejercicio este verano. Al principio verán cómo su glucemia baja con mucha facilidad, pero a medida que van avanzando las semanas de entrenamiento comprobarán cómo necesitan tomar menos hidratos de carbono o reducir menos las dosis de insulina para realizar los mismos entrenamientos.
¿Vas a probar nuevos deportes?
Es una época idónea para iniciarte en actividades o deportes diferentes al que sueles practicar durante todo el año. No obstante, debes tener en cuenta que por muy entrenado que estés, al empezar un nuevo tipo de ejercicio el organismo tendrá tendencia a gastar más glucosa de lo habitual.
Puede ser que durante el año salgas a correr o en bicicleta de forma habitual pero en verano decidas ir a nadar en la playa. Haciendo el mismo tiempo y la misma intensidad, este cambio de tipo de actividad te hará consumir más glucosa, por lo que aumenta el riesgo de que tengas hipoglucemias durante o después del ejercicio.
Por otro lado, cada deporte tiene unas características determinadas. Hay que conocerlas bien para saber cómo podrá afectar a la diabetes, así como informarse previamente de cómo se va a desarrollar. Por ejemplo, si te apuntas a hacer un descenso de río o una excursión en kayak, deberías conocer datos básicos como: ¿Cuánto tiempo dura? ¿Se puede llevar algún suplemento por si tienes una hipoglucemia? ¿Dónde se puede llevar este suplemento?
Antes de empezar, infórmate o pregunta a alguien experto en ese deporte. De ese modo te será más fácil planificar los cambios en tus dosis de insulina o alimentación para adaptarte mejor a esa actividad, así como prever problemas o situaciones incómodas.
Esta información es básica en aquellos deportes que no conoces bien, pero especialmente en los que se realizan en el mar o en la montaña, pues además de conocer la diabetes, es necesario conocer y respetar ambos medios.
No olvides explicar al monitor de la actividad o a alguno de tus compañeros que tienes diabetes y cómo actuar en el caso de que se produzca una hipoglucemia. Si vas a hacer deporte en solitario utiliza alguna placa o pulsera que te identifique, en la que aparezca también un teléfono de contacto por si se produce alguna urgencia.
¿Cómo te afecta el calor?
Las temperaturas elevadas pueden afectar de diferentes formas a aquellos deportistas con diabetes. Por un lado, la hiperglucemia se asocia a un mayor riesgo de deshidratación. Cuando la glucosa en sangre se eleva por encima de 160-180 mg/dl una parte de ella se elimina por la orina, perdiendo a la vez una gran cantidad de líquido.
La hidratación en el deporte es fundamental para conseguir un buen rendimiento deportivo, pues incluso pequeñas pérdidas de líquido corporal dan lugar a una disminución importante del rendimiento.
Si tu glucemia no está muy bien controlada deberás prestar una mayor atención a tu hidratación. Puedes utilizar agua sola, pero también puedes reponer las pérdidas de electrolitos mediante bebidas isotónicas cuando realices ejercicios de larga duración.
Por otro lado, la temperatura elevada puede afectar tanto a la conservación, como al efecto de la insulina. En primer lugar protege la insulina de temperaturas superiores a 25-30ºC y especialmente de la exposición directa al sol. No siempre es necesario llevar la insulina conservada en la nevera, pero sí se debe tener en cuenta que en muchas zonas la temperatura diurna puede sobrepasar ampliamente los 35-40ºC. En estos casos, la insulina no se estropea, pero sí que disminuye su potencia de acción. Ante la duda, desecha aquella pluma de insulina que creas que no se ha conservado correctamente o que haya estado expuesta a elevadas temperaturas.
También es conocido que el calor directo aplicado sobre la zona donde se ha pinchado la insulina acelera su velocidad de absorción, aumentando así el riesgo de hipoglucemias. Este es un caso habitual al tomar baños de vapor o saunas, que también se podría dar en quien toma el sol o practica ejercicio en las horas centrales del día.
Con estas precauciones ¡ya no hay excusa para disfrutar al máximo del deporte en el verano, también con diabetes!
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